En las Tablas de Daimiel, junto a la presa del Morenillo, el Patronato de las Tablas construyó, hace unos años, una típica casilla manchega que utilizan los guardas como una especie de almacén. En esta escena, con el parque nacional al fondo, quise plasmar la impresión que provoca los momentos previos a cualquier tormenta repentina en los llanos páramos manchegos, y por eso presté especial atención a la pintura del cielo. Las nubes se retuercen con el impulso del viento, las más oscuras amenazan ya con descargar su furia, y la única casilla en la que refugiarse está cerrada.