La familia como un tesoro precioso

Queridos amigos de la comunidad "DClub", que Dios Todopoderoso siga bendiciendo la vida de cada uno de ustedes. Si bien es cierto, Dios es el autor del matrimonio y de la familia. A la primera pareja de seres humanos que Dios unió en matrimonio, Dios la colocó en un hermoso y radiante paraíso, llamado "El Jardín del Edén". A la primera pareja, el Señor le dio la orden de llenar la tierra de hijos y de habitarla con la intención de que se multiplicaran y ejercieran el dominio sobre ella. El plan de Dios para el matrimonio es la multiplicación y para toda la familia, su propósito se resume en la bendición. Con el tiempo, Dios hizo esta promesa a Abraham, en la que bendeciría a todas las familias de la tierra.

Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán bendecidas todas las familias de la tierra" (Ge 12,3).



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A Dios le agrada que la familia se multiplique y ocupe espacios importantes en la tierra. Dios ama a la familia y su maravilloso plan sigue siendo la bendición, que abarca todo el bienestar, la prosperidad, la excelencia y el éxito que podemos imaginar que significa la palabra bendición. Dios no sólo se lo dijo a su siervo Abraham, sino que se lo repitió a su nieto Jacob, a quien le dijo:

Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y serás esparcido al oeste y al este, al norte y al sur. En ti y en tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra (Ge 28,14).



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En los días de Moisés, el Señor condicionó la bendición familiar, estableciendo importantes reglas a los hijos en las que debían dar honor y mucho respeto tanto al padre como a la madre. Los hijos que obedecieran este mandato de honrar a sus padres, la promesa de Dios se centraba en dar días de vida a los hijos en la tierra que Dios les daría como herencia. A Dios le agrada que los hijos respeten y amen a sus padres en gran manera, que los cuiden y estén presentes en sus necesidades, especialmente cuando llegan a la edad de la vejez.

Honrarás a tu padre y a tu madre, para que tu vida sea larga en la tierra que yo, el Señor, tu Dios, te doy (Ex 20,12).



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La familia es un tesoro muy valioso a los ojos de Dios, tanto que Dios estableció leyes para que los padres anduvieran en la justicia haciendo el bien a los ojos del Señor y para que sus hijos imitaran la buena conducta de sus padres. Dios ama a la familia obediente, es decir, ama a los padres que instruyen a sus hijos en los caminos del Señor y ama a los hijos que obedecen y honran a sus padres. El Señor ordenó a Moisés que dijera a los hijos de Israel estas palabras:

Tengan cuidado y escuchen todas estas palabras que les ordeno, para que al hacer lo que es bueno y correcto a los ojos del Señor, su Dios, siempre les vaya bien a ustedes y a sus hijos después de ustedes (Dt 12:28).



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A los ojos de Dios, la familia seguirá siendo el tesoro más especial de la tierra. Dios nos enseña en su palabra, que nuestros hijos no son nuestros, sino que son regalos preciosos del Señor en la tierra, que debemos cuidar, para presentarlos ante Dios, como hijos santos y obedientes, que forman parte de su herencia en la tierra. Toda mujer cuyo vientre es recompensado con hijos es bendecida.

Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa (Sal 127,3).



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