Cuando mi hijo nació a los pocos días comenzó a tener cólicos, así que lo llevé a consulta con una pediatra quien ordenó hacer exámenes, los resultados arrojaron que mi hijo era intolerante a la lactosa y a la sacarosa, así que solo podía darle pecho siempre que yo tuviera una dieta estricta, la otra opción era que el consumiera leche de formula especial a base de soya y sin sacarosa, pero era el año 2015 en Venezuela donde este tipo de producto era imposible de conseguir o de pagar debido a los precios de los revendedores, así que con la mayor disciplina comencé mi dieta en la cual no podía consumir ningún tipo de lácteo, nada de azúcar y por si esto fuese poco también debía disminuir la pasta y alimentos con gluten, los granos y condimentos fuertes, (además que yo no como carnes rojas y embutidos), todo esto para evitar cólicos y diarreas en mi querido hijo.

Yo bajé muchísimo de peso debido a la lactancia exclusiva y a la dieta, pero mi hijo cada día se ponía más bonito y sus cachetes redondos causaban suspiros en cualquier mujer que veía a mi bebé. Le di pecho por 11 meses y en ningún momentos comí algo fuera de la dieta, tenía la esperanza que mi hijo superara la intolerancia a la lactosa al cumplir el año pero esto paso meses después de su primer cumpleaños, pero aun después de eso yo tenía mucho cuidado de que el no consumiera cualquier lácteo, cuando encontraba donde comprar leche de cabra lo hacía porque esta no le daba ningún malestar, por eso cuidé de que él no consumiera helados hasta que estuviera completamente segura de que esto no le haría mal.

Hasta que finamente cuando él tenía dos años probó por primera vez una barquilla de fresa, aunque fue la primera y el era picky eater le gustó mucho, la gran esperada recompensa había llegado, mi hijo estaba disfrutando de algo tan normal como un helado sin ningún tipo de riesgo a su salud más allá del hecho de que un helado no es una comida “saludable”, en ese entonces él no se comía la parte de galleta o cono, pero con el tiempo fue aprendiendo y ahora las barquilla son sus favoritas, debido a todo la historia que hay detrás y lo que representa para nosotros el hito de comer barquilla, no puedo negarme cuando Rafael me pide comprar una al heladero febrero a mi casa o cuando vamos al parque, mi hijo tuvo muchas limitaciones al principio de su vida y es por eso que me encanta verlo feliz comiendo barquillas.