Mi primo Roberto comenzó a trabajar a los dieciséis años como jornalero en la hacienda de su tío Pascual, pues tenía un sueño, ser dueño de sus propias tierras, por lo que ahorraba todo lo que podía, sabía que era la única manera, de alcanzar el objetivo que se había trazado.
En una ocasión tuvo una fuerte discusión con su tío y dejo su labor como jornalero para trabajar como caletero en el mercado mayorista, allí la paga era mejor, lo que significaba que podía guardar una mayor de dinero; este incentivo lo alentaba a continuar anhelando ser propietario de una finca.
La oportunidad de adquirir su propia finca se le presentó, cuando el tío de su esposa le propuso venderle sus tierras junto con el tractor porque se hallaba quebrantado de salud y no tenía quien atendiera la finca, además sus hijos no les interesaba la faena del campo, ya que eran profesionales universitarios.
Al escuchar aquella propuesta, mi primo y su mujer se apuraron en solicitar créditos en varias entidades bancarias con el fin de completar la suma de dinero que requerían para comprar la finca.
De esta manera logro realizar su sueño, mi primo Roberto, más en los últimos años la actividad agrícola no ha sido del todo rentable para él, hubo momentos en que pensó venderla, puesto que le resultaba costoso mantenerla, hasta que consiguió una cooperativa a la cual le despacha su producción, de este modo pudo seguir cultivando su tierra sin verse obligado a ofrecérsela al gobierno quien pretende pagarle su cosecha a precios exorbitantemente bajos.
Actualmente, la finca de mi Roberto necesita que le realicen varias inversiones, las cuales él aún no puede costear, más no está dispuesto a renunciar por el sueño que tanto esfuerzo le costó alcanzar.
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