Hoy en día , las vitrinas de las panaderías y pastelerías exhiben un sinfín de exquisitas tortas: Chocolate, vainilla, marmoleadas ufff!! Y con diferentes coberturas como chocolate, merengue, crema chantilly, ganache de chocolate, de fresa, y paren Uds. de contar, un exhibidor de una pastelería es un colirio para los ojos.

Para ser honesta no hay nada más delicioso que una torta casera, porque tiene sabor a sencillez a simplicidad, a domingo en familia, a merienda, a desayuno acompañada con un café.

Con esto no quiero decir que no me guste un dulce o torta de pastelería, de hecho uno que otro fin de semana me regalo una milhojas, o un profiterol un trozo de torta con mucha crema, y la verdad los disfruto, porque lo hago con mis mejores amigas, cuando, festejamos una ocasión especial. Pero en el día a día, muero por una torta casera con sabor a MAMÁ, porque además de ser simple y sencilla va cargada de mucho amor, y si la ocasión lo amerita se adorna con la gran variedad de cremas y rellenos que uno desee.

Como docente, en cada compartir que se realiza en mi salón de clases, por alguna ocasión especial , sea un cumpleaños ,carnaval, navidad, o fin de año escolar, yo llevo la torta y me gusta ver como los niños se emocionan, cuando les ofrezco un trozo de torta, sus representantes comparten esa alegría que sienten sus chicos. Y es que en realidad, a los niños les agrada más una torta casera que una industrialmente elaborada.

Mi mama me enseñó a elaborar tortas desde que yo tenía 8 años de edad, y yo prestaba mucha atención a sus indicaciones y las iba anotando, de hecho aún conservo esa receta, tiene 42 años conmigo , y para mi es mi más grande tesoro.