ESPAÑOL
Las palabras de su prosa se encuentran y se dan la mano, los verbos van y vienen con regocijo, la idea principal revolotea en un cenit de la historia con singularidad.
“Un anciano maestro zen y dos discípulos andaban en paz y silencio por un largo camino. Hacia el mediodía llegaron a un río y vieron a una chica muy guapa sentada tranquilamente con los pies puestos en el agua. La chica contemplaba receptiva y seductora a los tres caminantes. Los dos discípulos empezaron a mostrarse nerviosos ante tanta belleza. Los dos quedaron embelesados por el atractivo radiante del cuerpo de la chica y por la brillantez de su mirada. Poco a poco se fueron acercando, dejando al maestro en un segundo plano. Ella, con actitud seductora, les miró y les dijo: -¿Quién de los dos podría ayudarme a cruzar el río?... Los dos muchachos se miraron y dirigieron un gesto interrogando al maestro que observaba lo que estaba pasando. El maestro lanzó una mirada profunda a cada uno de ellos sin decir nada. Después de un largo y tenso minuto de dudas, uno de los discípulos avanzó, y cogiendo a la mujer en brazos, la ayudó a cruzar el río entre sonrisas, caricias y mucha complicidad. Una vez llegaron al otro lado del río se dieron un beso tierno y se despidieron sin dejar de mirarse. El joven se dio media vuelta y continuó el camino con el otro discípulo y el maestro. El discípulo que se había quedado junto al maestro no dejaba de lanzar interrogadoras miradas al silencioso e impasible anciano que solo observaba. Pasaban las horas mientras avanzaban silenciosos por las montañas y valles. El discípulo que no había cruzado el río junto a la muchacha, realmente lo estaba pasando muy mal. Pero no decía nada. Por la noche, cuando llegaron a casa, sus movimientos delataban su estado interno: se quemaba con el fuego que encendía, se le caía el vaso de agua que sostenía entre sus manos, tropezaba con la raíz de un árbol del jardín… Su mirada siempre encontraba el rostro impasible y ecuánime del anciano, que lo observaba sin emitir juicio ni palabra. Tres días después, la tensión llegó a ser tan dura, que el chico se dirigió hacia el maestro y le dijo con rabia: -¿Por qué no le has dicho nada a mi hermano, que rompiendo las reglas de la sobriedad ha encendido el fuego del erotismo con aquella chica del río?, ¡¿por qué?!, ¡¿por qué no le has dicho nada?!… ¡¡Y no me digas que la respuesta está en mi interior porque ya no puedo escuchar ni ver nada con claridad!!, ¡necesito entender!, dame una respuesta, por favor. El anciano, dedicándole una mirada integral de rigor y benevolencia, le respondió con serenidad y contundencia: -Tu hermano ha tomada la mano de aquella mujer a un lado del río, y la ha soltado cuando ha llegado al otro lado. Tú has tomado la mano de aquella mujer a un lado del río, y aún no la has soltado.
Los límites humanos de las conductas no se pueden ver, ni sentir, ni palpar. No existen. Los inimaginables límites humanos de la conducta se extienden, se ajuntan, se alargan, se acortan, se fruncen, se revientan, cuando el juicio interviene, entonces, y solo entonces cobran realidad los límites y nadie tiene derecha de quebrantarlos.
En este cuento se nota la profundidad e intelecto del autor.
Ninguna.
Todo es correspondido, y correspondiente, no se puede andar con una brújula por allí, dando tumbos, se debe tener en cuenta que las relaciones interpersonales son traslucidas y permeables, la profundidad es determinada por los participantes.
Otros cuentos escritos: El cielo y el infierno, La farmacia, las llaves de la felicidad, Perlas de sabiduría.
Julio Cortázar nació el 16 de noviembre 1922 en Portugal, murió el 18 de junio de 2010 en España.
ENGLISH
The words of his prose meet and shake hands, the verbs come and go with glee, the main idea flutters in a zenith of the story with singularity.
"An old Zen master and two disciples were walking in peace and silence along a long road. Towards noon they came to a river and saw a very pretty girl sitting quietly with her feet in the water. The girl was gazing receptively and seductively at the three walkers. The two disciples began to look nervous at such beauty. The two were enraptured by the radiant attractiveness of the girl's body and by the brilliance of her gaze. Little by little they approached each other, leaving the master in the background. She, with a seductive attitude, looked at them and said: -Who of the two of you could help me cross the river? The two boys looked at each other and directed a questioning gesture to the master who was watching what was happening. The master cast a deep look at each of them without saying anything. After a long and tense minute of doubts, one of the disciples advanced, and taking the woman in his arms, helped her to cross the river between smiles, caresses and a lot of complicity. Once they reached the other side of the river, they gave each other a tender kiss and said goodbye without stopping looking at each other. The young man turned around and continued on his way with the other disciple and the master. The disciple who had stayed with the master kept casting questioning glances at the silent and impassive old man who only watched. Hours passed as they advanced silently through the mountains and valleys. The disciple who had not crossed the river with the girl was really having a hard time. But he said nothing. At night, when they arrived home, his movements betrayed his inner state: he burned himself with the fire he was lighting, he dropped the glass of water he was holding in his hands, he tripped over the root of a tree in the garden... His gaze always met the impassive and equanimous face of the old man, who watched him without a word or judgment. Three days later, the tension became so severe that the boy turned to the master and said angrily: "Why didn't you say anything to my brother, who broke the rules of sobriety and ignited the fire of eroticism with that girl from the river, why didn't you say anything to him, and don't tell me that the answer is inside me because I can no longer hear or see anything clearly, I need to understand, please give me an answer! The old man, giving him a complete look of rigor and benevolence, answered with serenity and forcefulness: "Your brother took the hand of that woman on one side of the river, and let her go when he reached the other side. You have taken the hand of that woman on one side of the river, and you have not let go of her yet.
The human limits of behaviors cannot be seen, felt, or palpated. They do not exist. The unimaginable human limits of behavior are extended, they are stretched, they are stretched, they are shortened, they are puckered, they are burst, when judgment intervenes, then, and only then, do the limits become real and no one has the right to break them.
The depth and intellect of the author is evident in this tale.
None.
Everything is reciprocated, and corresponding, you can't walk around with a compass out there, stumbling around, you must keep in mind that interpersonal relationships are translucent and permeable, the depth is determined by the participants.
Other stories written: Heaven and Hell, The Pharmacy, The Keys to Happiness, Pearls of Wisdom.
Julio Cortázar was born on November 16, 1922 in Portugal, died on June 18, 2010 in Spain.