Ella dice que se apaga.
Y yo qué protegí la hoguera y prendí la chispa, me desespero.
Al principio le arrojé mi carisma y produjo una llama alta y rebelde.
Luego arranque mis oídos llenos de sus historias y mientras ardían comenzó a nacer una lumbre bonita aunque inestable.
Cuando le arroje mis miedos, el fuego tomo un color azuloso, casi negro, pero que calentaba la soledad de nuestras almas.
Antes de que las cenizas se asomaran arrojé mi vida y la hoguera casi se ahoga por mi imprudencia
Juntos le dimos de nuestro aliento para que la llama no extinguiera.
Ahora que tímida, solo una pequeña lumbre crepita mientras la alimento con pedacitos de paciencia y amor…
Tus ojos seguirán creyendo que se apaga, aunque esta llama en calma jamás le vuelva a dar paso a la oscuridad qué nos asecha
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