HABLAN MIS PERSONAJES
DEL AMOR
Si deseas conquistar el amor de una mujer, cuídate de decirle la verdad.
En el amor cada verdad va acompañado de una mentira. por ejemplo, cuando dices a tu amante: "por ti cruzaría a pie descalzo el árido y desolado desierto de Sahara", es una diáfana verdad que el desierto de Sahara es árido y desolado; lo demás es una gran mentira.
Tal vez tenga razón quien dijo que el amor es ciego. La ceguera, al fin de cuentas es una deficiencia de sentido.
En la conquista del amor el arma infalible es la mentira.
DE LAS MUJERES
La belleza en una mujer fea solo se puede apreciar al igual que las funciones de cine: con las luces apagadas.
No hagas caso de las lágrimas de las mujeres. Dejarán de llorar al notar que se les estropea el maquillaje.
Piernas maxi, faldas mini. Piernas mini faldas maxi, he allí la lógica de la certeza femenina.
DEL MATRIMONIO
En ese contrato de amor llamado matrimonio la cláusula verdaderamente perversa es esa de: "hasta que la muerte los separe".
Quien se casa por dinero es un estúpido comerciante de su propia libertad.
No todo el que se casa es un necio. Hay quienes lo hacen por distraídos.
Los martes es un día malísimo par casarse. Los otros días también.
Al matrimonio como al suicidio se debe llegar sin pensarlo.
DE LA MUERTE
Es un héroe aquel que por la patria muere.
Quien muere por el prójimo es un santo.
Hay quien morir por el amor prefiere,
y quien temiendo morir muere de espanto.
La muerte es la antesala de la regeneración del hombre vil, pues solo después de ella al canalla le surgen defensores que ensalzan sus virtudes y niegan su villanía.
Si no existiera la muerte, el mayor problema del pobre sería desligarse de su miseria.
Los hombres debieran preocuparse por llevar una vida ejemplar, pues solo las gigantes acciones sobrepujan el poder de la muerte.
Solo cuando la gente piensa en el tiempo que estará muerto se da cuenta de que la vida es demasiado corta.
En la mujer, la muerte del óvulo constituye siempre un hecho sangriento.
= = = 0 = = =
Imagen y texto de Tomás Jurado Zabala
Gracias por sus amables lecturas