Desenterré al diablo y me dió a elegir
para usar en estas noches alguna de sus máscaras.
Era una treta reveladora,
No encontré alguna que no tuviera ya en mi haber.
Quería probar algo distinto y decidí
tomar mis máscaras para armar una guirnalda,
festejar con todas ellas, ser todas y a la vez ninguna.
Para la despedida las apilé y las prendí fuego en una pira,
ardió con el calor de todas las pasiones.
En la última noche
le abrí una boca a la tierra
Y entre albahaca y anís fui arrojando las cenizas,
entre llorando y riendo,
un poco como ofrenda y otro poco más
como renuncia.
Inspirado en las tradiciones andinas de carnaval, en donde el mismo empieza cuando se libera al diablo del carnaval llamado Pujllay, después de los festejos para finalizar se vuelve a enterrar la máscara que llevara uno de los concurrentes hasta el próximo año. Agradezco a la comparsa de copleros de la que fui parte que me acerco estos saberes tradicionales junto con las coplas alusivas recopiladas.