RELATOS DE TURISUPI: DALIA Y EL 69


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Dalia era la única dama de Turisupi que trabajaba en "el oficio más antiguo del mundo". No era natural del pueblo, había llegado un buen día para quedarse y se quedó. Era también la única que tenía algunos dientes de oro. Apenas llegar se presentó a las autoridades y llegaron a un convenio: Respetaría a los menores de edad y a los hombres casados. Se plegó a estas normas y por ello no tuvo jamás problemas con las autoridades.

A pesar de su profesión era una mujer religiosa y muy devota. De María Magdalena - por supuesto - y de las ánimas del purgatorio. Todos los lunes, además de encenderles en casa nueve velitas colocadas en forma de cruz, les mandaba a hacer una Misa en la capilla. Misa a la que no asistía, porque "no se la llevaba muy bien con el cura", solía decir. Una vez en que estaba bastante estrecha economicamente y preocupada porque tenía deudas, soñó con el número 69. Era la noche del domingo para ese lunes dedicado a las ánimas, así que se dijo a sí misma que eran ellas las que le habían dado ese dato para que lo jugara a la lotería.

En ese momento estaba "corta de plata", "limpia", "seca"... No tenía dinero, pues. Bueno...sí tenía, pero ajeno. Un dinero guardado para pagar una deuda. Había avisado al acreedor el cual vendría al día siguiente a cobrarle. Pero el sueño venía de las ánimas... Eso, para ella, era algo seguro. A sus clientes fijos les pidió dinero prestado, todo lo más que pudieran, para devolvérselos al día siguiente.

Juntó todo el dinero y lo jugó al 69 (Al revés y al derecho, por si acaso). Esa noche encendió la radio para escuchar los resultados del sorteo. Salió el 01 ¡No sólo no resolvió su problema, sino que quedó más endeudada que antes! Se disgustó mucho con las ánimas y, disgustada y decepcionada, les rclamó a voz en cuello: "¿Por que me hacen esto? ¡En el momento en que más las necesito! ¡Si nunca he dejado de ponerles sus nueve velas todos los lunes! ¿Por qué me hacen esto?"

Esa noche, luego de despedir al último cliente, se fue sola a la cama. Le costó mucho conciliar el sueño debido a la preocupación, sin embargo, terminó por dormirse y soñó... que se asomaba a la puerta y veía venir una carroza de color negro, tirada por caballos también negros. La conducía un esqueleto. Al llegar frente a su casa, la carroza se detuvo, de ella bajaron dos esqueletos cargando un baúl del cual sacaron posteriormente un montón de velas que le arrojaron a las puertas de su casa. Luego de vaciar el baúl de esta manera lo subieron nuevamente y partieron de allí con gran rapidez.

Dalia despertó muy impresionada por el sueño. Luego se volvió a dormir y soñó exactamente lo mismo. Durante toda la noche esto se repitió varias veces. De más está decir que nunca más encendió velas a las ánimas del Purgatorio
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Ecency