CANELA Y LA OPORTUNIDAD DE AMAR


Fuente (Foto de congerdesign)

( Este cuento se lo dedico a mi cuñada, Neria Aristigueta, y a mis amigas Iraima Fermín y Mayra "Aggi" Vitale quienes siempre rescatan perritos abandonados para darles un hogar.)

Canela miraba a Toby fijamente, esperando que este le lanzara al menos un pedacito del pan que comía con tanto gusto. Cuando vio que le quedaba poco, ladró una vez, para recordarle que ella estaba allí y tenía hambre. Enseguida Margot, la mamá de Toby salió de la casa y le gritó:

  • ¡Cállate, "piazo'e perra"!

Canela, con la cola entre las patas traseras y las orejas gachas se escondió tras el tanque de plástico azul junto al que estaba amarrada, deseando no ser golpeada de nuevo por la señora. La salvó que un olor a tajadas de plátanos quemadas hizo correr a Margot a la cocina.

Canela se acostó allí junto al tanque, en pleno suelo. Esto le desagradaba mucho. Hubiera querido que allí le tuvieran aunque fuera un trapo viejo, para dormir sobre él. Cuando las noches eran muy frescas pasaba mucho frío.

Su vida era muy triste. La mantenían amarrada a un tubo con un mecate de apenas un metro de largo. La regañaban si ladraba, cada vez que hacía pupú, si se le subían pulgas, o si tenía garrapatas. Estas le causaban mucha molestia y además los humanos de su casa la hacían sentir culpable por tenerlas.

Por la reja vio pasar a Espáik, el perrito que vivía en la casa de al lado ¡Se había escapado de nuevo! Allá iba, calle arriba en una sola carrera y detrás iba Nilson, su niño:

  • ¡Párate, Espáik, mira que te puede matar un carro por ahí!

Quince minutos después bajaba Nilson en dirección a su casa con Espáik en brazos. Lo regañaba, pero con cariño.
Espáik, se sabía querido, por eso, a cada regaño movía velozmente su cola en todas direcciones.

Canela pensó que si ella fuera Espáik nunca escaparía de su casa. Él estaba gordito, no se le podían contar las costillas como a ella. En esa familia estaban pendientes de su alimentación y le daban de comer en la mañana y en la noche. A ella le daban solo en la mañana, cuando no se les olvidaba y en la noche no le daban porque decían que si comía de noche se dormiría y no vigilaría. Sin embargo, cuando se acercaba alguien extraño por la noche y ella ladraba alertando, se ganaba un insulto y un chancletazo.

Espáik andaba suelto, era libre para recorrer toda la casa.
Canela, confinada a moverse apenas en un metro por el corto mecate al que estaba amarrada sentía cómo se le iban atrofiando los músculos de las patas.

A Espáik le habían hecho un colchoncito con un coleto viejo y raído.Lo habían rellenado con goma espuma picada y era mullido y calentito, él sí dormía con comodidad.

Sin embargo, de todos esos bienes, aún el de ser libre, lo único que envidiaba Canela era el cariño con que lo trataban: Le hablaban con afecto, le pasaban la mano por la cabeza, le daban palmaditas en el lomo ¡Hasta - de vez en cuando - le rascaban la panza!
Nunca le decían "¡Quítate!" Sino "¡Un permiso!" Y él entendía y se quitaba. Por eso la mirada de Espaik era brillante y alegre, pirque su vida lo era.
Canela se sintió muy triste y desdichada y esa misma noche murió de tristeza.

En la mañana Toby despertó sobresaltado, había soñado que Canela le hablaba y le decía "Adiós, Toby, ya no me verás más, ya no tendrás a quién patear y dar chancletazos. Nunca te diste cuenta que yo era una criatura de Dios y que tenía una misión qué cumplir en tu familia: darles amor, lealtad y gratitud, a cambio de cariño y buenos tratos. Yo los quise mucho y ustedes me despreciaron. Me voy para siempre y me alegro de irme. Los perros tenemos sentimientos, muy buenos sentimientos. Comigo ustedes perdieron la oportunidad de amar" Y la vio irse corriendo por una colina de pasto verde hasta un prado donde había muchos perritos felices corriendo y jugando al cuidado de un señor delgadito y bondadoso llamado Lázaro.

Toby se paró de la cama de un salto. En el sueño había sentido muy profundamente toda la tristeza de la perrita y ahora, ya despierto, aún la sentía y tenía muchas ganas de llorar.

Se propuso tratarla bien,y salió al patio, dispuesto a desamarrarla. Pero ya era tarde. Canela, en otro de sus intentos de escapar, se había enredado con el mecate y se había ahorcado.

Estaba tiesa, con las patitas estiradas como si quisiera correr como veía que otros perros podían hacerlo y con los ojos abiertos con la misma mirada triste con la que había vivido.

Toby lloró mucho, arrepentido, recordando todos los malos tratos que le había dado. Su mamá lo regañó -

  • "¿Qué te pasa, Toby, qué tanto lloras a esa "piazo'e perra"?

  • "No lloro por ella, mamá, lloro por nosotros, porque perdimos la oportunidad de amar a una criatura de Dios"

Moraleja: Los perros merecen y necesitan cariño, respeto y cuidado. Debemos tratar bien a los que están en nuestros hogares y defender a los que son maltratados en otras casas o en la calle. Debemos "ser la voz de los que no tienen voz"

NO AL MALTRATO A LOS ANIMALES

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