Cómo negar tres veces o poner bajo llave
y, con acero duro, hiera mi palma abierta,
espinarme la sien con la diadema incierta…
pues, amarte como lo hago, ¡es falta grave!
al maravilloso éxtasis que usted despierta,
si en aguja chica logro ver a la gran puerta
y danzar sobre la espuma, lejos de mi nave.
No hay cenas ni sermones —con panes y peces—,
ni extraordinario vino que de ti me aparte;
tampoco piezas de plata, látigos ni jueces...
mas, Yo escojo callar, para coincidir aparte
donde los pecados todos se guardan sus voces
y puedo besarte, Cordero, sin traicionarte.