Te abrà mi alma, un universo de delicias y tormentos, donde el cielo y el infierno tienen sexo. Te ofrecà las estrellas, las más brillantes, y te acaricié con mis labios en los lugares más recónditos.
Pero un dÃa, mi boca, la que durante meses sanó tu alma herida, dejó de ser objeto de tu deseo.
Ahora, vago como una gitana sin nombre, y tú, un hombre despojado de la suerte, estás condenado a morir por mis besos.