Las colinas que rodean el poblado Punta Caracoles están llenas de cujíes y cardonales donde el viento juega entre las espinas y las ramas que se entrecruzan, llevando partículas muy finas y blancas de la arena que han arrastrado desde la playa, depositandolas sobre las hojas, que brillan bajo el sol.
En las calles solas del mediodía los niños que han salido de la escuela corren alborotados buscando el frescor de las casas con techos de tejas, dispuestas una al lado de la otra formando dos hileras de coloridas paredes con ventanas de rejas.
—Ya saben, nos vemos esta tarde a las cuatro enfrente de la bodega de Don Julián. — Carlos, pequeño de estatura pero con don de mando, con su piel bronceada por el sol y grandes ojos verdes, ha organizado entre sus amigos una carrera de bicicletas hasta el Faro.
—Allí estaré y ya saben lleven suficiente agua. Después no me vayan a pedir y se me acabe rápido, miren que hasta allá son cinco kilómetros de ida y cinco de vuelta.
—Jajaja no te preocupes Ismael yo me llevo una botella bien grande para no pedirte. —La cara simpática y morena de Julio le guiña un ojo a su mejor amigo Pedro, pecoso y delgado, quien lo sigue a todas partes. Son inseparables desde que empezaron a caminar. Sus padres pescan juntos en una lancha de nombre Margarita.
—Yo voy a llevar unas empanadas de cazón que me va a hacer mi abuela, por si nos da hambre. Hay que ir preparados.
—Trae bastante empanadas José María, que tu por lo menos te debes comer diez. Mira esa barriga que tienes.
—El Faro es un lugar misterioso. A mi me da un poco de miedo, que no nos vaya a agarrar la noche allá.
—No seas miedoso José María, no hay que creer esos cuentos de que allí salen fantasmas. Yo no tengo miedo y con ese tamaño tu tampoco deberías tenerlo. Ya tienes 13 años, un año más que nosotros. Nos vemos ahora. —Carlos ha llegado a su casa.
—Ya saben a las cuatro en punto, —y con el pulgar de su mano derecha hacia arriba, hace un gesto de despedida.
Abre la puerta y siente además del frescor del ambiente, el rico aroma del pescado frito.
—¿Mamá donde estás?, tengo hambre.
—Acá hijo en el cuarto de tu abuelo.
Su abuelo ha estado muy enfermo, ya no se para de la cama, tiene noventa y ocho años. Había sido un anciano muy fuerte que salía a pescar, hasta que una tempestad volteó su lancha cuando regresaba a la costa y lo encontraron desmayado en la playa. Desde ese día no puede moverse.
—Bendición mami y bendición abuelo. —Se acerca a la cama y le da un beso en la arrugada y tostada piel de la frente.
—Quédate un rato con él, que voy a la cocina a terminar el almuerzo.
Carlos se sienta a su lado en la cama.
Su abuelo lo mira.
—En el mar escuche cantos, me querían llevar. —La voz del abuelo era un susurro.
—¿Quién abuelo? Carlos trataba de entender
—Ellas se ven hermosas pero no lo son y me querían llevar, pero yo me escapé.
—¿Quienes son ellas abuelo?
Carlos se acercó para escucharlo mejor
—Ellas son mitad humanas y mitad peces.
—¿Las sirenas abuelo?¿Tú las viste?
—En el Faro, las luces...
— ¿En el Faro también las viste? Pero... ¿cómo abuelo?.
Su abuelo se había quedado dormido, dejando a Carlos con la duda.
Un cuarto antes de las cuatro ya Carlos está esperando en la bodega con su bicicleta amarilla.
Ismael, Pedro y Julio llegan y mientras esperan a José María , Carlos les comenta lo que le dijo su abuelo.
—Eso es posible, mi papá me contó que una vez escucho cantos cuando pescaba en las aguas de la fosa profunda. A no se ve nada. El agua es oscura. Sintió que una fuerza lo jalaba. Se asustó y regreso a la costa.
—Esos son cuentos de los pescadores, Pedro.
—Yo creo en lo que mi papá dice Ismael y justo esa noche el papá de Julio no pudo ir.
—Es verdad, se había clavado un erizo en el pie y le dió fiebre.
—No le vamos a decir nada a José María. ¿Están de acuerdo?
—¡Claro Carlos!. El es muy miedoso. ¡Cuidado alli viene!. Julio se voltea para saludarlo.
—Entonces amigo ¿ y las empanadas?.
—Aquí las traigo, mi abuela hizo suficiente para todos. Su amplia sonrisa le inflaba cachetes.
—Estamos listos, entonces vámonos. Que comience la carrera. Vamos a ver quién llega primero al Faro. El que llegue de último tiene que compartir su agua. Carlos sabia que Ismael no era muy rápido.
El sendero era pedregoso y en subida. Las ruedas de las bicicletas iban a toda la velocidad que le imprimían las piernas fuerte de los niños. Ismael se había quedado un poco rezagado.
La figura del Faro se veía imponente en la colina, con sus franjas blancas y rojas. Al fondo el azul marino. Había sido abandonado hace años pues según las autoridades ya no se justificaba su uso.
—¡Vamos muchachos! que ya les gané. —Julio alzaba los brazos en señal de victoria.
Ismael llegó de último y con disgusto tuvo que repartir el agua entre sus amigos.
—Dejemos las bicicletas acá y vamos a entrar. —Carlos los guía hacia la puerta del Faro.
La vegetación árida rodeaba el lugar creciendo entre las piedras. Los niños llegaron a la puerta que estaba entreabierta y comenzaron a subir las oscuras escaleras en espiral.
—Tengan cuidado, aquí no hay barandas y vean donde pisan. Hay caca de aves por todos lados.
Al llegar arriba donde hace años estuviera encendida la luz que conducía a los navegantes a la costa en días de tormenta, encontraron además del sucio acumulado por años de abandono, una serie de dibujos pintados en las paredes.
Eran figuras de mujeres y hombres con cola de pez, acompañados de delfines y ballenas. También se veían ya descoloridos por el tiempo, barcos con pescadores cerca de estos seres.
Pero lo más impresionante fueron las luces que vieron en el mar bajo la superficie del mar al asomarse desde la ventana del faro.
—¿Quién habrá pintado esto?. ¿Quién trabajaba en el Faro?
—La curiosidad de los niños era muy grande y Carlos en especial, quería averiguarlo.
—Vamos a bajar. Ya se esta poniendo oscuro, y esas luces que vimos en el mar. Esto está muy misterioso, —José María no tenía intenciones de quedarse a averiguarlo.
—¡Ya va esperen!. Acá hay un nombre pero no se ve muy bién. Pedro estaba agachado escarbando en la pared. Todos se acercaron a ver.
—Miren es una F, —mientras limpiaba aparecío el nombre de Francisco.
Carlos se paró de un brinco.
—¡Así se llama mi abuelo!. Vamos a bajar tengo que decirle algo.
El regreso fue muy rápido las bicicletas iban en bajada apuradas por el misterio de los dibujos en El Faro.
Entraron a la casa de Carlos y corrieron directo al cuarto de su abuelo.
—¡Qué pasa hijo!, un momento ¿para donde van?.
La mamá de Carlos trato de detenerlos pero al entrar al cuarto vio a los cinco niños reunidos alrededor de la cama.
—Te creemos abuelo. Nosotros vimos los dibujos y son ciertos. Las sirenas existen, tu las viste y esa es la verdad.
—Y también vimos las luces en el mar, Sr. Francisco. —La respiración de José María sonaba muy agitada.
El abuelo abrio los ojos y sonrió. Durante muchos años había contado sus historias y no le habían creído, ahora podía descansar en paz.
ENGLISH
The hills surrounding the village of Snail Point are full of cujies and cardonales where the wind plays among the thorns and branches that intertwine, carrying very fine white particles of sand that have been dragged from the beach, depositing them on the leaves that shine in the sun.
In the lonely streets at noon, the children who have left school run in an uproar looking for the coolness of the houses with tile roofs, side by side forming two rows of colorful walls with barred windows.
You know, we'll meet this afternoon at four o'clock in front of Don Julian's bodega. Carlos, small in stature but with a gift of command, with his tanned skin by the sun and his big green eyes, has organized among his friends a bicycle race to the lighthouse.
"I'll be there and you know, bring plenty of water. Afterwards, don't ask me and I'll run out quickly, it's five kilometers one way and five kilometers back". Ismael already knows how comfortable his friends are.
"Hahaha don't worry Ismael, I'll take a big bottle with me so I don't have to ask you". Julio's nice brown face winks at his friend Pedro who follows him everywhere. They have been inseparable since they started walking. Their parents fish together in a boat named Margarita.
"I'm going to take some dogfish empanadas that my grandmother will make me in case we get hungry. We have to be prepared".
"Bring enough empanadas, you should eat at least ten. Look at that belly of yours".
"El Faro is a mysterious place. I don't know, it scares me a little".
"Don't be scared José María, don't believe those stories that ghosts come out of there. I'm not afraid and with that size you shouldn't be either. You are already 13 years old, one year older than us".
Carlos arrives home.
"You know at four o'clock". With the thumb of his right hand he makes a farewell gesture.
He opens the door and feels not only the freshness but also the rich aroma of fried fish.
"Mommy where are you?, I'm hungry!."
"Here son, in your grandfather's room".
Your grandfather has been very sick, he can't get out of bed anymore, he is ninety-eight years old. He had been a very strong old man who used to go fishing until a storm overturned his boat when he was returning to the coast and he was found passed out on the beach. Since that day he can't move.
Blessing mommy and blessing grandfather. He approaches the bed and gives her a kiss on the wrinkled and toasted skin of her forehead.
"Stay here with him for a while, I'm going to the kitchen".
Carlos sits down next to him on the bed.
His grandfather looks at him.
"In the sea I heard singing, they wanted to take me away". His grandfather's voice was a whisper.
"Who grandfather?" Carlos tried to understand.
"They look beautiful but they are not and they wanted to take me, but I ran away".
"Who are they, Grandpa?"
Carlos came closer to listen to him better
"They are half human and half fish".
"The mermaids grandpa? You saw them?".
"At the lighthouse, the lights"
"At the lighthouse you also saw them?But as a grandfather?".
His grandfather had fallen asleep, leaving Carlos pensive.
A quarter before four o'clock Carlos was already waiting in the bodega with his yellow bicycle.
Ismael, Pedro and Julio arrive and while waiting for José María, Carlos tells him what his grandfather told him.
"That's possible, my dad told me that once he heard songs when he was fishing in the waters of the pit. You can't see anything there. The water is dark. He felt a force pulling him. He got scared and went back to shore".
"Those are fishermen's tales, Pedro".
"I believe what my dad says, Carlos, and just that night Julio's dad couldn't go".
"It's true, he had nailed a sea urchin in his foot and got a fever".
"We are not going to say anything to José María. They agree?".
"Of course Carlos!. He is very fearful. Watch out here he comes". Julio turns to greet him.
"So, my friend and the empanadas?"
"Here I bring them, my grandmother made enough for everyone". A wide smile made his cheeks look puffier.
"We are ready, then let's go. Let the race begin. Let's see who gets to the lighthouse first. Whoever gets there firstlast he has to share his water". Carlos knew that Ismael was not very fast.
The trail was rocky and uphill. The wheels of the bikes were going as fast as the kids' strong legs could carry them. Ismael had fallen a little behind.
The figure of the lighthouse looked imposing on the hill, with its white and red stripes. In the background the navy blue. It had been abandoned years ago because, according to the authorities, its use was no longer justified.
"Come on guys, I've already beaten them". Julio raised his arms in victory.
Ismael arrived last and had to distribute the water among his friends.
Let's leave the bikes here and go inside. Carlos guided them towards the door of the lighthouse.
The arid vegetation surrounded the place growing between the stones. The children reached the door, which was ajar, and began to climb the dark spiral stairs.
Be careful, there are no railings here and watch your step. There is bird droppings everywhere.
When they reached the top where years ago there was the light that led sailors to the coast on stormy days, they found, in addition to the accumulated dirt from years of neglect, a series of drawings painted on the walls.
They were figures of women and men with fish tails, accompanied by dolphins and whales. There were also boats with fishermen near these beings, already discolored by time.
And most impressive were the lights they saw under the surface of the sea when they peered into the window of the Lighthouse.
"Who painted these? Who worked at the lighthouse?" The curiosity of the children was very great and Carlos wanted to find out.
"Let's go down. It was already getting dark", José María had no intention of staying to find out
"Wait. There's a name here but you can't see it very well". Pedro was bent over digging in the wall. They all came over to look.
"Look, it's an F". While they were cleaning, the name Francisco appeared.
Carlos jumped to his feet. "That's my grandfather's name!. Let's go downstairs, I have to tell him something".
The return was very fast, the bicycles were going downhill in a hurry because of the mystery of the drawings in El Faro.
They entered Carlos' house and he ran straight to his grandfather's room.
"What's up son, wait a minute, where are you going?
"Carlos' mother tried to stop them but when she entered the room she saw the five children gathered around the bed.
"We believe you grandfather. We saw the drawings and they are true. The mermaids exist, you saw them and that is the truth".
"And we also saw the lights in the sea, Mr. Francisco". -José María's breathing was very agitated.
Grandpa opened his eyes and smiled. In many years he had told his stories and they had not believed him, now he could die in peace.
