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Relato corto: Conversación entre amigas

Conversación entre amigas

Esta haciendo frío esta mañana y las amigas se preparan para salir a caminar por las calles de la ciudad. Como era su costumbre desde hace ya algunos años, lo hacían los días lunes, miércoles y viernes. Ellas se conocían muy bien, su amistad era muy solida y entre ellas se contaban su cotidianidad, eran muy solidarias y se apoyaban en lo que podían hacerlo. Las tres tenían en común que sus hijos se habían ido del país y se habían quedado solas.

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Las tres eran profesoras jubiladas y habían trabajado juntas y casualmente vivían en el mismo sector. A través del teléfono se enviaron los mensajes respectivos.

Laura la que vivía un poco más lejos envió el primer mensaje.
—Ya voy en camino, las espero en la entrada del edificio
Carmen que ya estaba esperando, les contesto — ya yo también estoy lista—
— Estaba esperando que me avisaran, ya voy saliendo.—, escribió rápidamente Alejandra.

Las tres se encontraron en la salida, Alejandra comentó, después de darse los respectivos saludos.
—¡Que frío esta haciendo esta mañana!, no quería ni pararme de la cama, jajaja tenia los pies helados.—

Era el mes de Enero ya casi para entrar en febrero, los meses más fríos del año, donde las temperaturas en la madrugada podían llegar a los catorce grados.

Laura, les comentó con tristeza
—¿Sabían que nuestro amigo que estaba desaparecido desde hace dos dias, lo encontraron muerto?. Parece que se suicido, lanzándose del ultimo piso de la torre que está cerca del edificio donde vivía. Una vecina lo vio salir muy temprano, dicen que ni siquiera tomo café en su casa y pasó casi sin ver a nadie. Iba abstraido (como si no quisiera que nada ni nadie lo distrajera de lo que ya había decidido hacer).
— Que noticia tan impresionante¿que le habrá pasado?. El también estaba solo, vivía con un sobrino, su familia se había ido también del país, —fue el comentario de Carmen.
—Por cierto hace apenas unos días, yo lo salude en el Centro Comercial, se veía alegre, como siempre. El era muy simpático. A veces las personas no expresan la tristeza que llevan por dentro.— dijo lacónicamente Alejandra.

Las tres amigas siguieron comentando con tristeza la muerte tan inesperada del amigo, mientras seguían caminando por donde siempre lo hacían. Pasaron por el refugio para perros abandonados y Carmen dándose un golpe con la mano en la frente casi pega un grito.
— ¡Caramba! que memoria la mía, se me volvió a olvidar las sábanas que iba a traer, para darle al muchacho que cuida a los perros, pobrecitos y con el frío que está haciendo. —

—La verdad es que estos perritos se ven bien cuidados, ojalá los adopten rápido, que encuentren a la persona que los quiera. Si yo pudiera me llevara uno...aquel perrito de color marroncito de orejitas paradas, que siempre se me queda mirando con esos ojitos de tristeza. Si yo viviera e una casa más grande seguro me lo llevara—, dijo Alejandra.

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La ruta que ellas seguían, las llevo a un supermercado que acababan de abrir y donde compraron algunas cosas que necesitaban. Sus hijos las ayudaban enviándoles dinero y eso les permitía a ellas estar tranquilas, porque a pesar de haber trabajado por tantos años en la educación de los jóvenes, su sueldo ni siquiera les alcanzaba para comprar un kilo de carne, en pocas palabras sus hijos tenían que ayudarlas para que pudieran comer y también para comprar uno que otro medicamento que necesitaran tomar. La otra parada era justamente en las farmacias, buscando los mejores precios. Y en una de ellas Alejandra comento al salir, con cara de asombro y disgusto.
—Que abuso el de esta farmacia, ayer yo pregunte por el precio de este medicamento y hoy lo tienen al doble, caramba y eso que el cambio de bolivares a doláres no ha subido tanto.—

Llegaron a la panadería donde acostumbraban tomarse un cafecito y sentarse a conversar un rato más. Pidieron cada una el suyo y Carmen como siempre compro un dulce que compartió con sus amigas.
—¿Cuando piensas viajar para visitar a tus hijas?, pregunto Alejandra a Carmen.
—Quisiera ir este año, vamos a ver como va lo de la pandemia y además tengo que tramitar mi pasaporte, respondió Carmen.

Y así siguió la conversación sobre los hijos, las posibilidades de viajar, con la esperanza de verlos pronto personalmente y no a través de llamadas virtuales. Poder abrazarlos y compartir con ellos parte de la vida, esta vida que se ha vuelto un poco complicada para las familias, que las ha separado físicamente, pero que aun a pesar de todo lo que asombrosamente ha sucedido en estos años, trata de mantenerse unida.

Las amigas regresan al lugar de donde partieron, se despiden con un abrazo hasta el próximo día, en el cual continuaran con su rutina de caminar juntas, porque esto las llena de vida y las ayuda a soportar la soledad.

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Muchas gracias por leer y apreciare mucho sus comentarios

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