Capitulo 1. Parte 3: ¡Fui fuio...!

Enseguida pudo notar entre las notificaciones pendientes que emergieron frente a sus ojos, que tenía dos llamadas perdidas, de modo que enfocó su mirada en ellas por un instante y eso bastó para que la bandeja de notificación se expandiera, mostrando un poco más de detalle sobre cada una: La primera llamada había sido realizada por Amy Yoshida a las 7:12:37 AM y tenía asociado un mensaje tridimensional, la segunda correspondía a David Helmerk, un importante cliente de Erik al que le había instalado antes el sistema SmartHome de su residencia y proveído diferentes servicios de mantenimiento de software para su empresa de seguridad; esta llamada se produjo a las 8:23:11 AM, hacía poco más de media hora. Con un gesto de su mano derecha sobre el espacio visual en el que se ubicaba la ficha de la notificación, dio la señal para que se reprodujera el mensaje de Amy.

La figura holográfica de la chica apareció entonces frente a él: llevaba puesta una prenda de vestir muy corta y ligera de aspecto típico japones, con un toque moderno y algo atrevido, lo que le hacía lucir una cándida sensualidad. Él la miró con deseo, expandiendo sus ojos en señal de sorpresa por la imagen que tenía en frente, al mismo tiempo contrajo sus labios e inhaló una bocanada de aire a través de ellos, produciendo así un sutil silbido: ¡Fui fuio...! Dentro de sí, una idea germinó en su mente: «Debería hacerme un tatuaje animado en el lado izquierdo del pecho con una versión anime de Amy usando ese pijama», los tatuajes con movimiento eran una moda muy popular y él hasta entonces no se había atrevido a realizarse uno, principalmente por no estar convencido de llevar una determinada ilustración plasmada en su piel durante el resto de su existencia.

—Buen día mi amor —dijo la representación gráfica de la joven—, sospeché que aun estarías dormido, pero quería mostrarte lo que me puse hoy, estoy segura que te encantará. —Dio una vuelta sobre si misma exhibiendo su atuendo y tras solicitar respuesta, concluyó arrojándole un beso—: ¡Llámame cuando te levantes! Porfis... ¡Muá!

Durante la reproducción del holomensaje, Erik se paró sobre una zona delimitada del suelo, que ocultaba debajo una serie de artefactos destinados al mantenimiento de las extremidades corporales, entre ellas la remoción de piel muerta y recorte de uñas; de modo que, se produjo una abertura en el suelo y de ella brotó una placa que formó un ángulo agudo en relación al piso y cubrió momentáneamente buena parte de sus miembros inferiores, para aplicarle una veloz sesión de pedicura. Igualmente, un par de dispositivos de forma elipsoidal salieron y subieron hasta una altura en la que él pudo introducir sus manos atravesando los orificios que estos presentaban en su parte frontal, con el fin de recibir también un breve procedimiento de manicura.

La imagen de Amy se disipó, mientras él se apartaba de aquella estación de tratamiento estético y se calzaba de nuevo las zapatillas de tipo playero con las que ingresó y que solía usar al estar en casa. Aunque era muy apasionado de la cultura nipona, usar sandalias tradicionales como las de tipo Zori, Geta o Setta, era una costumbre que escapaba por completo de su proceder, poseía un par de estas guardadas como una especie de objeto coleccionable, pero ponérselas estaba más allá de su límite. Llevar el talón al descubierto y un par de centímetros por fuera del calzado como corresponde, le parecía que se vería ridículo en él, pero usarlas de una forma inadecuada sería un irrespeto a la cultura del Japón.

Por lo tanto, aunque su apartamento imitaba la arquitectura de esa nación oriental y él mismo practicaba con intensidad las artes marciales provenientes de aquel desaparecido país, en general no se atrevía a usar la ropa folclórica, a excepción de los kimonos deportivos que vestía cuando entrenaba Karate, Judo, Jiu-jitsu o Aikido; todas disciplinas de combate en las que era un verdadero experto. A diferencia de la mayor parte de la población de Global City, que se encontraba en condición de obesidad debido al absoluto sedentarismo de esa sociedad, Erik ostentaba una complexión física extraordinaria, había dedicado la mayor parte de su vida al entrenamiento de su cuerpo, practicando diferentes disciplinas de contacto y realizando extenuantes rutinas de ejercicio. Todo con el fin de emular a sus padres, a quien no conoció personalmente, pero que gracias a sus abuelos sabía bastante sobre ellos.

Habiendo completado su rutina de aseo matutino, acercó la palma de su mano a la pared y a consecuencia de ello se abrió otra parcela del cristal líquido, desvelando un gabinete con ropa y otros objetos personales. Allí se vistió con un pantalón negro de tipo mono y una camiseta blanca y se aplicó desodorante en aerosol; mirándose en el espejo peinó por unos segundos su cabello, justo antes de finalmente salir del baño. Al abrir y atravesar la puerta su estómago pareció haberse encendido, pues hizo un tenue crujido que envió a su cerebro un recordatorio vinculado a su voraz apetito.

En el salón principal que ahora tenía el aspecto de una sala de estar de arquitectura japonesa, le aguardaba la representación visual de su asistente personal, cuya apariencia era la de una mujer caucásica, de cabellera negra y piel clara, vestida de forma sobria a la vez que casual. Era común que estos agentes virtuales simularan la estampa y el comportamiento de un ser humano real, ya que tenía un efecto psicológico positivo sobre aquellas personas que, como Erik, vivían exclusivamente en compañía de estas tecnologías; evitando con ello que experimentaran trastornos mentales a consecuencia de su prolongada soledad.

—Muy buen día jefe —dijo la figura de la inteligencia artificial desde la silla en la que simulaba estar sentada— ¿Ya vio que tiene una llamada del señor Helmerk?

—Hola Mixi. Si, acabo de verla —contestó Erik dirigiéndose a ella por su apelativo de mando—. ¿Me dejó dicho algo?

—Solo que por favor le devuelva la llamada —respondió Mixi—, y que la comunicación es por motivos de trabajo.

—Muy bien, entonces llamémoslo ahora mismo.

De inmediato la llamada se ejecutó y Erik tomó asiento en la butaca que ahora se encontraba en el centro de la estancia, justo en frente de una mesa de madera sintética. Ese mobiliario guardaba gran similitud con la apariencia real de piezas japonesas, con la significativa diferencia de no tener los asientos a ras de suelo, algo característico en los muebles comúnmente utilizados en la tierra del sol naciente, ya que en esta nación se acostumbra a sentarse a la altura del piso.

—¡Aló! —respondió aquel cliente y su rostro se mostró de forma bidimensional frente a Erik, como si se tratara de un folleto plano y animado que flotara en medio de la sala.

—Buen día Sr. David, —saludó con familiaridad— ¿Cómo va todo? ¡Tiempo sin verlo!

—Buen día Erik, así es, no te veo desde que configuraste el simulador de la compañía —contestó con agrado el empresario—, yo muy bien gracias, espero que tú también.

—¡Ni se imagina cuanto! —se apresuró a asegurar con evidente jovialidad en sus palabras y acto seguido cambió el tono a uno más serio—, tengo una llamada suya, perdóneme que no respondí en el momento, es que hoy me quedé dormido.

—Puedo imaginar el porqué, alguna vez también fui joven. No te preocupes —consintió—. La razón de mi llamada es que recientemente compré un viejo edificio al ayuntamiento y necesito actualizar los sistemas obsoletos. ¿podríamos encontrarnos allá para mostrarte lo que quiero y que presupuestes el trabajo?

—Claro que sí, solo dígame la hora y envíe al sistema de mi aeromóvil la dirección del edificio.

—Excelente, te espero allá a las 10:00 entonces.

—Allí estaré.

Culminada la primera llamada, se dispuso a realizar otra en respuesta al mensaje que le había dejado Amy, esta vez sería una comunicación en formato tridimensional, lo que significa que la imagen de su novia sería proyectada frente a él, como si físicamente se encontrara dentro de la misma estancia del apartamento, de igual modo en que su propia representación virtual aparecería frente a ella cuando recibiera la llamada; casi como si se hubieran teletransportado el uno frente al otro. Pero antes debía instruir a su asistente para que realizara algunas labores previas al viaje que haría al centro de la ciudad.

—Mixi porfa, prepárame un par de sandwiches para desayunar que tengo hambre. También revisa que el carro esté listo para salir y cuando Helmerk haya enviado la dirección arregla todo para irnos.

—Las coordenadas de la ubicación acaban de llegar, ya definí la ruta más rápida: estimo que se requieren 20 o 25 minutos como máximo para trasladarse hasta allá, así que en 40 minutos debe estar listo para partir. ¿Quiere los sandwiches con café?

—Si, un capuchino por favor. Ah... y escógeme una muda de ropa acorde a la ocasión. Voy a llamar a Amy mientras haces eso.

—¡Entendido! —contestó en voz baja la asistente caminando con rumbo a la cocina.