Regalos (Relato corto)

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Regalos

Desde que ella era pequeña, siempre le pedía regalos de sus numerosos viajes. Tendría ella como 4 años cuando a él le tocó hacer un viaje a Canadá y le preguntó qué le gustaría que le trajera y ella con la seriedad de un adulto, le dijo que le trajera nieve. Aunque él le explicó que era imposible, al final tuvo que aceptar que se la traería al verle los ojos como pocitos llenos de agua.

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En otro de los tantos viajes le pidió una lámpara mágica, en otro el sol y hasta una vez, ya tendría como 7 años, le pidió un arcoiris. El padre trataba siempre de darle la vuelta a los regalos, de metaforizarlos, simbolizarlos. Por eso cuando pidió el sol, él le regaló un espejo y cuando la niña le dijo que aquello no era el sol, él con la cara de un padre enamorado le dijo que sí, que la cara de la niña reflejada en el espejo era el sol para él y para toda la familia.

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Edad y regalos fueron pasando, al igual que el tiempo. Ya la niña era grande y el padre anciano, habitantes de un país que se convertía en ruinas. Salir, viajar, era cada vez más difícil y aquel que salía, era porque jamás regresaría. Un asunto de sobrevivencia, decían los reportajes que hablaban de un país lleno de padres sin hijos. Es que si la juventud es el futuro y el porvenir está saliendo sin posibilidad de regreso, aquel país tenía un destino muy oscuro.

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Entonces, como suceden las cosas inevitables, la chica decidió salir del país a buscar una mejor vida. Los padres ancianos, conocedores de las pocas expectativas del país, entendieron que esa era la única salida, por lo que, aunque con el corazón arrugado, acataron la decisión de la hija.

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A las pocas semanas del viaje, la chica vio a su anciano padre sentado en su mecedora acostumbrada y al verlo así se acordó de cuando ella era niña y le dijo: Qué quieres que te traiga del viaje? Le dijo ella como si pensara en regresar. El anciano la vio y le dijo: tráeme un poquito de esperanza. Entonces la muchacha no se fue y le regaló no solo al padre, sino al país, un poquito de ilusión que en tiempos de derrota siempre hace falta.

HASTA UNA PRÓXIMA LECTURA, AMIGOS

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