Monstruos escondidos (Relato corto)

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Monstruos escondidos


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La primera vez que dijo haberlos visto, Sebastián era apenas un niño y después de eso comenzó a mojar la cama. Sus padres no lograban explicar cuándo y por qué había crecido en Sebastián la idea que debajo de su cama había monstruos. Él decía que cada noche los monstruos salían y le quitaban la sábana y le agarraban los pies. Cada vez que esto ocurría, Sebastián, un niño temeroso y retraído, sentía cómo su vejiga se vaciaba sobre las sábanas limpias.

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Al principio, los padres pensaron que era cosa pasajera, miedos infantiles, pero no. Como un árbol que crece de manera brusca e indetenible, así comenzaron a crecer los miedos en Sebastián que empezó a dejar de ser niño para ser un joven. Los padres, tratando de entender e inhibir aquella ansiedad y espanto, lo cambiaban de cuarto, de cama, incluso llegaron a ponerle el colchón en el suelo, pero nada.

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Evidentemente, los padres se preocuparon que persistieran esos temores, pero llegó el día en el que ya no: asumieron que Sebastián era cobarde y así de simple aceptaron el sobresalto que le causaba a aquel hombre mirar debajo de la cama. Sebastián entonces, ya convertido en un adulto, no dudó de sus monstruos y aunque hubiese querido, jamás pudo hacer una vida normal.

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Como el tiempo es indetenible, Sebastián se convirtió en un anciano solo, que no conoció el amor, ni los placeres y lo poco que vivió, lo vivió con pavor. Ya en un asilo, Sebastián se miró al espejo y entendió que no fueron los monstruos debajo de la cama los que no lo dejaron vivir, que nunca hubo monstruos debajo del colchón sino dentro de él.


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HASTA UNA PRÓXIMA OPORTUNIDAD, AMIGOS

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