La noche es fría. Mucho. Incluso ella debe sentir este cambio de temperatura. Se te estruja el corazón y una lágrima sale de tus ojos al recordarla. Por un momento piensas en buscarla y dejar todo atrás. Desechas la idea de tu mente como algo erróneo. Sabes que no vale la pena. El aire entra por las rendijas de las ventanas acompañado de la luz de la luna. Miras a tu alrededor. Ahí están uno al lado del otro. La manta que te regalaron los cubre de pies a cabezas. Suspiras de alivio y la emoción te gana un poco. La tristeza te envuelve. Tienes que ser fuerte. Por ti y por ellos. Las horas parecen no pasar. Tu cuerpo tiembla pero no importa. Ellos duermen bien y eso es lo importante.
Amanece. Apenas has dormido. Quieres cerrar los ojos y no levantarte. Pero no puedes. El deber te llama. Coges tu bicicleta. Si, esa que la faltan algunos rayos. Con la que sacas candela y luchas el dinero. Los niños se quedan con la vecina del frente. Te despides de ellos. Eso siempre es difícil. LLoran. No quieren que te vayas. Tú lloras más desde lo lejos. No hay de otra. Tienes que buscar la comida para alimentarlos. Tienes que ganarte la vida. Jugártela. Arriesgarte. Sobre todo eso. No tienes licencia de vendedor ambulante. Eso es un problema, y uno de los grandes. Si la policía te coge hasta ahí llegaste. Pero quien no arriesga no gana y lo tuyo es ganar siempre. Ya te duelen los pies de pedalear y tu voz ya sale medio ronca de tanto gritar. Has vendido poco pero con eso te da para comprar algunos alimentos y la media de alcohol que le compras al de arriba de tu casa para olvidar las penas. El día que todo cambió no estabas preparado para tanto.Te soñaste a su lado, cuidando los niños que tanto habían anhelado. El tiempo es traicionero y te demostró que nada fue como lo pensaste. Desde que se fue y los abandonó, nunca te ha faltado la bebida. Crees que así lo olvidarás todo. Pero no, te engañas a ti mismo. Su recuerdo te persigue. No la has olvidado. Ni la vas a olvidar, al fin y al cabo es la madre de tus hijos. La mujer que elegiste para formar una familia. ¡¡ Maldita elección!!. Te reprochas. Ya el alcohol está haciendo efecto en ti. Lo sabes porque has empezado a hablar de más. No la culpas es jóven. Sabias a lo que te enfrentabas. Te lo advirtieron, pero no hiciste caso. Quisiste creer en el amor.
Después de varios años la vida a duros golpes te ha dado lecciones. Has sobrevivido solo con tus
hijos. Ahora eres un nuevo hombre.Ya no importa tu pasado.Ya aquel día quedó atrás. Ahora com-
prendes que los cambios son necesarios y que los recuerdos no pueden formar parte de tu presen-
te.
