Regresaste despacio desde el tiempo
al estúpido lenguaje de los hombres,
vuelves a pisar la isla,
las mariposas quemadas,
presas en el cuerpo.
Despierta, sólo Dios
extenderá la mano sobre la almohada.
Despierta, el líquido rojo que hay en
tu cabeza
no se hace esperar.