Dos pajaritos sentados en una pared
Uno se llama Pedro, el otro Pablo,
Vuela Pedro, vuela Pablo....
Vuelve Pedro, vuelve Pablo....
Stephen soltó un grito sin palabras y con la boca abierta mientras se sentaba en la cama. Bañado en sudor, se secó la frente y vio cómo el sudor se deslizaba lentamente por su brazo hasta llegar a su pecho desnudo.
La almohada y la cama estaban empapadas de agua, un misterio que él solo no podía explicar a nadie. Un secreto que probablemente se llevaría a la tumba.
Exhaló un suspiro y miró la hora. Eran las 2.20 de la madrugada. Exactamente la misma hora a la que sus dos mejores amigos, Peter y Paul, habían muerto hacía unos años.
Acababan de cumplir diecisiete años. Después de pavonearse de club en club y de ser perseguidos por los porteros, se dirigieron a Haden's Bridge, acariciando las tres botellas de buen whisky que habían cogido a la salida.
Peter se sentó en la barandilla ante la sorpresa y preocupación de Paul y Stephen. Habían consumido una botella de whisky y estaban achispados.
"¡Baja de ahí, Peter!", dijo Stephen, "¡o acabarás en el fondo del canal negro!".
Paul soltó una carcajada y Peter echó la cabeza hacia atrás y se rió. El sonido resonó en el silencioso puente, silenciando a los pájaros nocturnos y a los grillos. "¡Estoy en la cima del mundo, chicos!", bramó. "Este whisky es fantástico. Ahora somos hombres".
En un abrir y cerrar de ojos, Stephen alargó la mano para agarrar la camisa de Peter justo cuando los ojos de Paul se abrieron de par en par asombrados al ver que Peter resbalaba y caía hacia atrás. Los chicos observaron a cámara lenta cómo las manos de Peter se agitaban en el aire, sus piernas se contoneaban antes de que su cuerpo se estrellara contra el tranquilo y oscuro canal y se hundiera en él.
Los chicos observaron en silencio hasta que Stephen salió de su estupor y llamó a la policía. La hora siguiente fue como una escena de una película de terror. El equipo de rescate llegó, se puso un traje y un equipo subacuático y se sumergió en el canal. Regresaron con el cuerpo de Peter. Su piel estaba inquietantemente pálida y tenía los ojos abiertos, mirando a los chicos pero vacíos.
Stephen miró su reloj de pulsera. Eran las 2.20 de la madrugada.
Un año después de la pérdida de Peter, los chicos se distanciaron. Habían dicho a la policía que había sido un accidente, pero la gente no parecía creerles. La noticia se extendió por todo el pueblo.
Los chicos vivían con la culpa de saber que podrían haber salvado a su amigo si no hubieran salido a beber. Stephen consiguió una beca para estudiar en una prestigiosa universidad, mientras que Paul estaba en lista de espera.
El día que Stephen tenía que viajar a la universidad, Paul fue a su casa. La visita fue incómoda porque Paul estaba muy nervioso, con los ojos muy abiertos y aterrorizado.
"¿Qué quieres, Paul?", le preguntó Stephen con frialdad, pero por dentro se moría de vergüenza. Podía ver que su amigo estaba sufriendo emocionalmente por la pérdida de su amigo común.
"Peter está aquí", susurró Paul, con la cara blanca como el papel. "Le he visto. Le oigo. Me ha estado siguiendo y quiere que me una... a él. ¿Le has... le has visto?"
"¡Contrólate! Peter está muerto y se ha ido", replicó enfadado Stephen, sobresaltando a su amigo. No estaba dispuesto a admitir que él también había estado viendo el fantasma de Peter por ahí, sobre todo por la noche y en sueños.
Se despertaba, casi gritando, después de que las inquietantes canciones infantiles le persiguieran en sueños. No se atrevía a contárselo a nadie para no parecer débil.
Peter meneó tristemente la cabeza hacia su amigo y se marchó.
Al día siguiente, la policía llamó para informar a Stephen de que Peter se había caído al canal de Haden a las 2.20 de la madrugada.
Un año después, durante las vacaciones de primavera, Stephen regresó a su pueblo para ver a su familia y asistir a la boda de su hermana mayor. Cuando los invitados se dispersaron esa noche, se puso el abrigo y paseó por el pueblo.
La calle estaba casi vacía cuando se detuvo frente a una tienda cerrada. Miró su reflejo en el cristal y vio a sus mejores amigos, Peter y Paul, detrás de él. Sus rostros estaban pálidos y sus muecas contorsionadas. Sus camisas tenían agujeros y quemaduras y parecían demacrados.
Stephen suspiró profundamente. "Lo siento mucho, chicos. Debería haber intentado salvaros a los dos. Fallé". Las apariciones abrieron la boca y empezaron a cantar,
Tres pajaritos sentados en una pared.
Uno llamado Peter, uno llamado Paul, uno llamado Stephen,
Vuela Pedro, vuela Pablo, vuela Esteban,
Vuelve Pedro, vuelve Pablo....*
Stephen se alejó de la tienda y caminó lentamente hacia el puente del canal de Haden.
Fin
¡Hola amigos y amigas! Esta es mi entrada para Hispaliterario 31. No dude en participar en este concurso de redacción.
Two little dicky birds sitting on a wall
One named Peter, one named Paul,
Fly away Peter, fly away Paul….
Come back Peter, come back Paul….
Stephen gave a wordless scream, his mouth gaping, as he sat upright in bed. Bathed in sweat, he wiped his forehead and watched the drip slowly stream down onto his arm and naked chest.
His pillow and bed were drenched in water—a mystery he alone could explain to no one. A secret that he would probably take to his grave.
He blew out a breath and checked the time. It was 2.20 am. The exact same time his two best friends, Peter and Paul, passed away some years ago.
They had just turned seventeen. After swaggering from one nightclub to another and being kicked out by bouncers, they strolled to Haden Bridge fondling the three bottles of fine scotch that they nabbed on their way out.
Peter sat on the guardrail to Paul and Stephen's shock and concern. They had consumed a bottle of scotch and were tipsy.
“Get down from there, Peter,” Stephen said, “or you're gonna end up in the bottom of the black canal!”
Paul snickered and Peter tipped back his head and laughed. The sound echoed around the tranquil bridge, silencing the nocturnal birds and crickets. “I'm on top of the world, guys!” He bellowed. “This scotch is fantastic. We are men now.”
In a blink, Stephen stretched his hand to grab Peter's shirt just as Paul's eyes widened in astonishment as Peter slipped and fell back backwards. The boys watched in slow motion as Peter's hands flailed in the air, his legs wiggled before his body hit the tranquil dark canal and sank inside.
The boys quietly stared down until Stephen shook himself out of the stupor and called the police. The next hour was like a scene in a horror movie. The rescue team arrived, put on an underwater suit and gear and dived into the canal. They came back with Peter's dead body. His skin was eerily pale and his eyes were open, staring at the boys but empty.
Stephen looked at his wristwatch. It was 2.20 am.
A year after the loss of Peter, the boys drifted apart. They had told the police that it was an accident but it seemed people did not believe them. The news of their revelry spread all through the town.
These boys lived with the guilt of knowing they could have saved their friend if only they had not gone out drinking. Stephen got a scholarship to study at a prestigious university while Paul was on the waiting list.
On the day Stephen was to travel to school, Paul came to his house. The visit was awkward because Paul was so jittery, his eyes wide and terrified.
“What do you want, Paul?” Stephen asked coolly but he was dying inside with shame. He could see his friend was suffering emotionally from the loss of their mutual friend.
“Peter is here,” Paul whispered, his face white as a sheet. “I saw him. I hear him. He's been following me and wants me to join…him. Have…have you seen him?”
“Get yourself together! Peter is dead and gone,” Stephen replied angrily, startling his friend. He wasn't ready to admit that he too had been seeing Peter's ghost around, especially at night and in his dreams.
He would wake, almost screaming, after the haunting nursery rhymes trailed him in the dream. He dared not tell anyone about the dreams so he wouldn't look weak.
Peter shook his head sadly at his friend and walked away.
The next day, the police called to inform Stephen that Peter fell into the Haden Canal at 2.20 am.
After a year during spring break, Stephen returned to his town to see his family and attend his eldest sister's wedding. As guests dispersed that night, he put on his coat and strolled through the town.
The street was almost empty when he stopped by a closed shop. He gazed at his reflection in the glass and saw his best friends, Peter and Paul, behind him. Their faces were pale and set in a contorted grimace. Their shirts had holes and burn patches on them and they looked haggard.
Stephen sighed deeply. “I'm so sorry boys. I should have tried to save you both. I failed.” The apparitions opened their mouth and started to sing,
Three little dicky birds sitting on a wall
One named Peter, one named Paul, one named Stephen,
Fly away Peter, fly away Paul, fly away Stephen,
Come back Peter, come back Paul….
Stephen turned away from the shop and slowly walked towards Haden Canal bridge.
The End
Hello friends! This is my entry to Hispaliterario 31. I invite you to be a part of this fun writing contest.
Traducido con DeepL // Translated with DeepL