La palabra de esta semana, nos transporta a la antigua Grecia y nos sitúa en un punto de la historia en que los helenos, orgullosos de su lengua materna, escuchaban a los forasteros repetir las palabras “bar”, “bar”, cada vez que intentaban pronunciar el griego, pues les servía como recurso para recordar el vocabulario del pueblo y seguir conversando en el mismo idioma.
Bárbaro proviene del latín bárbarus, y este del griego bárbaros, cuyo significado es “extranjero”. Sin embargo, autores como Carlos Fisas, aseguran que es mucho más antigua y su verdadero origen es “indoeuropeo, de donde pasó al griego y luego al latín, balbus, significando originariamente la pronunciación de sonidos desagradables e inarticulados semejantes a los de los animales”.
Tras investigar un poco, descubrimos que balbus significa “tartamudo; balbuciente”, lo cual refuerza lo planteado por Fisas y nos devuelve la imagen de los forasteros intentando hablar griego.
Contrario a lo que podría pensarse, la palabra carecía de connotación negativa, pues los griegos la utilizaban para referirse a cualquiera que no fuera nativo del pueblo heleno.
No obstante, para los romanos significó “extranjero”, pero también “rudo incivil en las costumbres”. A medida que el imperio se expandía y conquistaba otros pueblos, estos dejaban de ser bárbaros si aceptaban los usos y costumbres de los romanos. Por lo tanto, bárbaros y sanguinarios eran aquellos pueblos que estaban fuera de la órbita de Roma.
A este respecto, Fisas dice:
“Desde entonces bárbaro significó extranjero feroz que no respetaba leyes e instituciones civiles y era enemigo de la patria.”
Con la llegada del cristianismo, se creyó que desaparecería tal concepto, pero pronto se les llamó bárbaros a quienes no creían en la nueva religión. Sin embargo, esto no duró mucho tiempo y el término volvió a adoptar el significado que le daban los romanos.
Durante los siglos XIV y XV, los humanistas llamaban bárbaros a quienes estaban en desacuerdo con sus ideas prerrenacentistas, tanto así que durante el Renacimiento, se consideró que las catedrales góticas eran bárbaras y deleznables por representar el siglo oscuro que todos querían olvidar.
En la actualidad, dicha palabra conserva parte de aquellos significados, como podemos observar en el “Diccionario de la lengua española” de la RAE: “Fiero, cruel”; “Arrojado, temerario”; “Inculto, grosero, tosco”.
Aunque también significa: “Grande, excesivo, extraordinario”; “Excelente, llamativo, magnífico”. Razón por la cual, a veces decimos “lo pasamos bárbaro en la fiesta de fulano” o “¡qué bárbaro!”, para expresar que la pasamos "muy bien" en el primer ejemplo e indicar asombro, admiración o extrañeza en el segundo.
Sin duda, el significado más popular es el que podemos leer en la primera acepción del diccionario: “Dícese del individuo de cualquiera de los pueblos que en el siglo V abatieron el imperio romano y se difundieron por la mayor parte de Europa”.
No obstante, sería una barbaridad pensar que solamente el bárbaro era fiero, cruel, inculto y grosero.
Referencias:
• Real Academia Española. (1992). Diccionario de la lengua española (21a ed.).
• BIBLOGRAF, S. A. (1996). Diccionario Básico VOX, Latino-Español / Español-Latino (12a ed.).
• Corominas, J. (3ra.). (1987). Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. Gredos, S. A.
• Fisas, C. (2da.). (1995) . Palabras que tienen historia. Planeta.
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