SIGA USTED CON SUS VERSOS
La elegancia no encaja con la prisa en amar.
Atina usted en el clavo con esa gran verdad.
Pero lo mío no es prisa, tampoco es soledad.
La vida es sólo un barco que no corre hacia atrás.
Y nos guste o no debemos avanzar
o sino somos muertos al no sentir ni amar.
Me trata usted muy cruel porque tengo un amante,
pero cuando era mío, andaba muy distante.
¡Qué cosa con los hombres que al tener quien los quiera
se diluyen en cosas sin concentrar su hoguera!
Por eso usted perdió lo que un día le ofrecí;
lástima que no supo ser conmigo feliz.
Ahora me recrimina como si fuera un santo,
por Dios, es usted un hombre que no lo cubre un manto;
ya, deje de lloriquear, consiga un nuevo amor,
que la vida es tan corta para andar de dolor.
Que lo dejé, pues sí, correspondí a su norma;
usted me descuidaba y mire de qué forma.
Pero yo, señor, oiga bien, para que no lo olvide
amo al que a mí me atienda, aunque después me olvide.
Mi amor no tiene anclas para quien no las quiere.
Yo amo como el viento y si eso a usted lo hiere
perdón, pero soy, primeramente, mía
y luego de quien me haga estallar de alegría.
Siga usted con sus versos, yo sigo con lo mío
que el agua y el aceite, ¿juntos? ni ante el frío.
Despotrique o injurie o brinque como un potro;
yo seguiré mi vida, feliz en brazos de otro.
Pensando en voz alta
Es un ejercicio osado, pero interesante a la vez esto de asumir voz de mujer para responder a una carta de amor que como todo documento de esta naturaleza es íntimo, contentivo de secretos y revelaciones que pertenecen a la privacidad de los amantes. Lo que anima es que en el ejercicio lo que se exige es creatividad porque la respuesta, si bien deberá asumir voz femenina (lo que es ya un reto para un hombre) atiende al mundo de la literatura.
El poema de José Ángel Buesa, Carta a usted, debemos asumirlo como un texto anecdótico porque es un hombre que le recrimina a su antiguo amor que lo haya dejado; ahora la mujer deberá contestar y ahí viene lo interesante de mudarle la piel al alma, es decir, de vestirla con la piel de la amante que ahora goza de los frutos amorosos de otro, pero que el hombre la presenta como villana. Creo que hasta para las mujeres es interesante y exigente este ejercicio porque no se trata sólo de responderle a un tipo, de decirle cuatro cosas, de mandarlo al demonio, no, se trata de responder atendiendo a un contexto particular, íntimo, exclusivo, como son las cosas del corazón.
Y para el hombre es mucho más exigente porque no es fácil meterse en una voz de mujer sin serlo, sin saber pensar como mujer. De modo que mi escrito es sólo un ejercicio, pero que me sirvió para ahondar en esta reflexión que es buena para acercarnos, aunque sea desde la poesía, a las formas de pensar de una (hipotética) mujer.
Dejo las bases de la iniciativa para que sepan de qué trata este ejercicio BASES
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