Sor Juana Inés de la Cruz
Doncella tierna en su más flor de edad,
hermosamente útil para el matrimonio,
prometida a un hogar sin novedad,
inmensamente inútil para el sueño de otro,
renunció a esa costumbre para poder soñar,
para encerrarse en busca de su libertad.
Doncella que evitó ser marchitada
por lo atractivo de la falsedad
y en un convento halló lo que buscaba:
la poesía, la ciencia, su verdad,
a las que cultivó con tal mesura
y en lo sagrado de la libertad.
Sor Juana Inés, la flor,
que prefirió el jardín de la lectura,
en cuyos corredores se dormía,
para cuyas esquinas se doblaba,
y en donde arrinconada amanecía
con los sueños bañados de rocío.
Nació mujer que se negó a adornar
como la flor cortada del rosal.
Como la poesía que es pura y santa,
que en las calles no se deja tocar,
que en los rincones no cae ante el falso
ni en los palacios se deja engañar;
Sor Juana Inés fue alquimia santa
y al escribir sus versos enclaustrada
subió a la cruz de la inmortalidad.
Jesús Pérez Soto
Con este poema me uno al homenaje que la comunidad de #Literatos le rinde a Sor Juana Inés de la Cruz. El CONCURSO aún está vigente para que se animen.