Entrada al Concurso de minipiezas teatrales, de Literatos | UNA CENA INESPERADA

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UNA CENA INESPERADA

(Casa de una humilde familia.)

HIJO: ─Mamá, ¿por qué no nos comemos la gallina? Es mi cumpleaños.
MAMÁ: ─Porque sería comernos el desayuno de mañana y el de los siguientes días, que es lo único seguro que tenemos.
HIJO: ─¿Y si le compramos una al vecino?
MAMÁ: ─No tenemos cómo pagarle.
HIJO: ─Podemos tomarla prestada, y luego, sin que se dé cuenta, se la devolvemos.
MAMÁ: ¡No!
HIJO: ─Pero celebraríamos mi cumpleaños.
MAMÁ: ─No se puede hacer eso, ¡por Dios!
HIJO: ─Prometiste una celebración.
MAMÁ: ─¿No te importa que nos quedemos sin gallina?
HIJO: ─La llevaremos en el corazón; la recordaremos siempre; como a papá, que desde que se fue del país no ha vuelto.

(A la mamá se le aguan los ojos;
Justo le llega un wasap. Lee, y termina evitando el rostro del hijo.)

MAMÁ: ─Está bien, hijo, mataremos la gallina.
HIJO: ─¿Por eso se te aguaron los ojos?, ¿por la gallina?
MAMÁ: ─Es que tu abuela la trajo de tan lejos, ¿recuerdas? que hasta desnuda la trajo porque todavía no tenía plumas; luego le creció el vestido y desde entonces nos ha dado tantos desayunos que me da sentimientos torcerle el pescuezo.
HIJO: ─Pero no tienes que matarla tú sola, yo te ayudo, iré a buscarla…
MAMÁ: ─¡No! yo la busco, yo la mato y yo la preparo.
HIJO: ─Solo falta que digas (imitándola) “yo me la como”.
MAMÁ: ─Los dos comeremos.
HIJO: ─Me prestas tu teléfono mientras tú, ya sabes, le das fin a la gallina.
MAMÁ: ─¡No! lo voy a necesitar para tomarle unas fotos antes de… tú sabes, darle fin; también me haré una selfi, un vídeo y de último le grabaré sus últimos cacareos.
HIJO: ─Suena divertido, yo quiero ver.
MAMÁ: ─¡No! no puedes ver. Es que no quiero que nadie me vea hablando con una gallina. Te prometo que después de la cena te presto el celular las horas que quieras.
HIJO: ─Pero puedo ayudarte a atraparla; he estado entrenando para este momento, la otra vez la carrereé bastante; bueno, no la alcancé, pero ahora corro más porque mis zapatos están viejos y pesan menos. ¡Vamos!
MAMÁ: ─¡No!
HIJO: (Molesto) ─¡Otra vez no! ¿Y ahora por qué no?
MAMÁ: ─Porque no quiero que la gallina rebaje cuando corra; es mejor que esté bien gorda para que te llene bastante. Mejor ve a prepararte para la celebración.
HIJO: ─Pero si ni siquiera has puesto el agua a hervir para pelar la gallina.
MAMÁ: ─Yo me encargo de todo, ve.

(El hijo se retira. Ella va al patio, atrapa la gallina, regresa a la cocina con ella. Su teléfono suena. Lee el wasap; abraza a la gallina y llora. Entra el hijo y la ve llorando.)

HIJO: (Triste) ─Bueno mamá; no nos comamos la gallina; celebramos después.
MAMÁ: (Llorando de alegría) ─¡No!, celebraremos hoy, pero no con esta gallina, y con pastel y con… (Tocan la puerta), ¡ve, abre! (abre y su padre lo recibe con pastel, regalos y una gallina asada).


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Imagen de portada generada con VQGAN+CLIP

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