Don Andrés Bello, el gran olvidado


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QUIZÁ MUCHOS NO recuerden que un 29 de noviembre, pero de 1781 nació Andrés de Jesús María y José Bello López, mejor conocido como Andrés Bello; una de las figuras más ilustres de la Venezuela de todos los tiempos.

     Quizá no le recuerden porque otras grandes noticias del mismo año les ocupa los titulares principales de la memoria, como por ejemplo, que el 13 de marzo fue descubierto Urano, el séptimo planeta del Sistema Solar; que el 18 de mayo los españoles descuartizaron a Tupac Amaru II, líder de la mayor rebelión indígena anticolonial que se dio en América durante el siglo XVIII; que Immanuel Kant publica su Crítica de la razón pura; que el 24 de diciembre Wolfgang Amadeus Mozart y Muzio Clementi protagonizaron un gran duelo de interpretación pianística, en Viena y ante la presencia del emperador José II de Austria, del que resultó vencedor Mozart.

     O quizá no lo recuerden porque en Venezuela se ha dejado de estudiar el pensamiento de este ilustre americano a quien se le conoce como el primer venezolano que escribiera una obra de teatro, una comedia titulada “Venezuela Consolada”, que se estrenó en 1804. Aunque pudiera ser que no recuerden a Bello porque en 1810 viajó lejos, a Londres, junto a Bolívar y a Luis López Méndez para buscar el apoyo de Inglaterra en el proceso de independencia de Venezuela y el americano se quedó hasta 1829 cuando viajó a Chile.

     Es probable que no recuerden que en Londres tuvo una vida angustiosa para mal ganar el sustento, pero también significó tiempo de estudio para colmar sus goces intelectuales y que, precisamente, estas dos eventualidades (más la primera que la segunda) lo impulsaron a viajar a Chile, en donde murió, en 1865; pero antes de crearle la universidad, el código civil, enseñarlos a hablar y ordenarles el país.

     Este Andrés Bello, hijo de una familia de poco dinero, buena cultura e intensa vocación espiritual terminó siendo profeta fuera de su tierra y a lo mejor es por eso que en Venezuela la gente no lo recuerda, y los niños y jóvenes actuales, menos, porque con eso de que a la educación la tienen del timbo al tambo pues, ya no se enseña ni la cuarta mitad de lo que se enseñaba en la cuarta república.

     El asunto es que hoy se celebra en Venezuela el Día del Escritor, en homenaje, precisamente, a don Andrés y por ejemplo, aquí en mi pueblo el gabinete ministerial no recuerda quién es, qué hizo, qué nos legó; tampoco en las universidades saben de Bello y en las escuelas y liceos, pues ni se diga porque a los docentes los ocuparon con las luces de Navidad, luego con el asunto del Esequibo y, repito, ese pan y circo ideológico lo que hace es ponernos más escama en los ojos.



Texto y fotografía de @jesuspsoto

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