Los mitos son como parábolas, simbólicos. Tienen verdades profundas, tal vez no sucedieron realmente como se cuentan, pero nos las cuentan de alguna manera, porque es la mejor manera de transmitirlas sin la interpretación del ego personal de quien las cuenta. Imagínense lo precioso que es este ser, este gran maestro (el Buda) que ha alcanzado la iluminación suprema y que se sienta inmerso en silencio en una paz "inhumana" y, por lo tanto, desapegado de ese mundo de la personalidad en el que vivimos continuamente. En esta situación las deidades hindúes aparecieron y se arrodillaron ante el Buda y le rogaron que les enseñara. Al principio el maestro dijo que no, el hombre no entenderá, el hombre está demasiado inmerso en su personalidad, ¿cómo puede entender el mensaje de la inexistencia del "yo"?, continuó el Buda. Después de unos días las deidades lo intentaron nuevamente, susurrándole al maestro que lo intentara y diciéndole que si tan solo una persona intentara comprender sus grandes verdades valdría la pena... En cierto momento el Buda dijo: enseñaré... entonces se dice que los siete cielos sonaron y los Dioses celebraron... Los dioses no sólo celebraron cuando Buda alcanzó la preciosidad más alta, sino que también celebraron cuando Buda decidió expandirse a los demás. Así que incluso en los Dioses hay un profundo amor por las personas, celebraban más cuando el maestro decidía enseñar que cuando el maestro se iluminaba y esto es hermoso. Ahora que has cosechado, siembra
