Micro ficción: La voz del centinela

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La voz del centinela

Apostado en la pared de la torre norte, el centinela está aburrido de ver hacía el valle. Pasa horas en vela, intentando descubrir algún movimiento extraño en los alrededores que pueda amenazar la ciudad que él ayuda a custodiar.

La única amenaza que sufre está en la pesadez de sus párpados, dormirse es un lujo que no puede darse. Aún, recuerda a su amigo Pascual, quien cayó sin querer por encima de la baranda hacia el despeñadero muriendo al instante. Las malas lenguas dicen que se quedó dormido. O la suerte de Miguel, quien fue ahorcado en la plaza mayor luego de ser encontrado dormido por el capitán de la guardia.

De un pellizco espanta al sueño, mientras la densa y fría niebla le impide ver más allá de tres palmos. Así que no tiene más remedio que esperar con la paciencia del aburrimiento a que se disipe. Además, la luna nueva no ayuda en su campo de visión.

Espera una noche sin contratiempo a pesar de las noticias y rumores no confirmados sobre ataques a las ciudades cercanas. No obstante, un sobresalto le acompaña al enterarse en el relevo de guardia que la patrulla vespertina no regresó a la hora esperada.

La pared norte es la más difícil de escalar y menos probable de ser atacada al estar al borde del despeñadero de no menos de setenta metros. Un obstáculo natural formidable para cualquier incursión del enemigo.

Muchos de los soldados preferían y disputaban aquel puesto, al considerarlo el más seguro de toda la muralla de la ciudad. En cambio el centinela presintió que algo malo vendría por ahí sin importar lo monótono y desolado del puesto de apariencia infranqueable.

Un voz emanó desde su interior gritando, cuidado con el enemigo. Tomó la corneta, y sin miramiento la tocó con todas las fuerzas de sus pulmones. La niebla aún era densa y sin ver nada, siguió sus instintos.

La duda vino después. Un toque en falso acarrearía la furia del capitán, pero la voz fue tan real y convincente en su interior, que la reacción fue natural, inclusive, imperativa.

Unos gritos provenientes del muro exterior corroboraron sus temores. Un escuadrón de enemigos subían como arañas por la pared. Una misión suicida que si tenía éxito entregaría al enemigo a la ciudad.

De repente se vio rodeado por el capitán y muchos de sus hombres repeliendo con éxito la agresión.

El capitán lo felicitó, pero él declinó con cara de espanto, diciéndole al áspero oficial que a quién debería de felicitar, era a la voz de Pascual.

Fin

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Una micro ficción original de @janaveda

Imagen de jacqueline macou en Pixabay

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Muchas gracias por leerme, espero sea de su agrado.

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