Entrada al Concurso de microrrelatos fantásticos de Literatos | Camila en la noche oscura.


Amigos en Hive y particularmente a los que se encuentran en la comunidad de Literatos, con mucha emoción, pensando en mi deuda con El Principito, dejo mi entrada a este hermoso Concurso de microrrelatos fantásticos en homenaje a Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito


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Imagen intervenida a partir de esta fuente

Camila en la noche oscura.


“La noche no nos pertenece, le tememos.” Camila no estaba de acuerdo, cerró el libro, pero la fuerza de esa frase la acompañó en sus sueños, como un reto, desde entonces.

Esperaba, para demostrarse lo contrario, el momento tibio en el que el color del cielo recorría los matices desde el azul al negro.

Cuando todos dormían salía en puntillas, subía a la azotea y oteaba el firmamento. Después de cierto tiempo los cocuyos, los búhos, los murciélagos, los animales del aire y de la noche que la miraban venir, salían de los árboles, de las rendijas y se acercaban a ella.

La niña, con sus ojos muy abiertos, contemplaba pensativa la infinitud del universo.

—¡Si yo pudiera volar! —Dijo en un suspiro.

Los cocuyos, hasta ahora silenciosos, se encendieron. El búho preguntó gravemente:

—¿Adónde irías?—

—¡Primero iría a la luna!—

—¡Fácil! —Dijeron, a coro, los murciélagos.

El búho hizo un gesto de asentimiento. Los murciélagos emitieron sus ondas y los cocuyos su lenguaje de luces intermitentes. En un santiamén Camila atravesaba el cielo, levantada por millones de cocuyos. Desde abajo se veía como una estrella fugaz inversa. Una estrella fugaz que salía de la tierra hacia el cielo. A su lado volaban sus amigos, también resplandecientes.

Esa noche la niña conoció la luna. Entró en los cráteres de la superficie y conoció una de las bellas ciudades subterráneas selenitas. Allí el búho era conocido, se encargaba de seleccionar los libros de poesía que los terrícolas dedicaban a la luna y que se amontonaban en las bibliotecas.

Los selenitas eran seres pálidos, nocturnos, sabios y amables. Ninguno podía ser poeta, sencillamente porque no podían ver la luna desde afuera, pero tenían un gran conocimiento del universo entero.

Ellos le regalaron a Camila un mapa. Era un croquis sobre las vías entre las estrellas. Noche tras noche Camila y sus amigos estudiaban la carta de vuelo en busca de nuevas aventuras.

Si en una noche oscura miras el firmamento podrás ver a Camila atravesando el universo, sin temor, hacia mundos infinitos.


Gracias por leer

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@gracielaacevedo

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