Poesía: Corazón de plástico [Esp-Eng]

Porque cuando las luces brillantes de la fiesta comienzan a parpadear y las burbujeantes bebidas de colores comienzan a mi cabeza afectar, es cuando siento que flotar en el espacio perdido y olvidado es el único momento en el que no pesa ser yo hasta que llegue el amanecer. Y podría bien nadar hasta la superficie para no ahogarme en pensamientos que me sugieren cosas terribles para hacer.

Despertar por la luz del sol, atravesando la ventana e ir a estudiar enfrentando el deseo de cambiar de cuerpo fue siempre más grande que yo, más grande que mí poca satisfacción al seguir respirando en un mundo sin control. Los años pasaron y nunca superé ese hecho implacable en mi interior. Como una pequeña hormiga caminando en un parque, donde cualquier insecto o gigante podía pisarme. La vida se había convertido en un día largo y constante, sintiéndome insuficiente llenando vasos ajenos de egos inflados y vestuarios despampanantes.

Anhelando más confianza, llenando mi copa de trucos, capsulas y cosméticos. Sumergida en complejos y criticas de estereotipos sin contexto. La belleza en este continente no es la misma que en el siguiente, aun así la necesidad de adaptarme al tamaño, color y peso de la caja en donde debemos encajar, estaba arrastrándome dentro de un bucle descendente, así sin más.

Mientras más me acercaba a la perfección, mi esencia se esfumaba en mi interior. Revistas, marcas reconocidas y estándares de oro. Perdida entre monstruos, ideologías y religiones, entre demonios de susurros y trastornos alimenticios llevándome al borde a empujones, entre soledades y el frio de una habitación sin nadie conocido capaz de salvarme de un mundo de falsos colores.

Adolescentes jugando en la punta del iceberg, diversidad siendo golpeada contra la pared entre pasillos de escuelas o en solitarias calles. Aquí es, la miseria tocando con un filo los globos inseguros, cuando las luces se apagan en habitaciones donde los espejos están cubiertos, mientras las lágrimas se derraman en las almohadas, pero si alguien pregunta sonreímos fingiendo como si no fuera nada.

Aceptarnos como somos jamás será una opción mientras la mentalidad de una colectividad no evolucione con convicción. Curvas grandes, cinturas pequeñas, labios carnosos y cejas simétricas, tener el mundo a los pies nunca había sido tan fácil para aquellos de piel de porcelana y cuerpos perfectos sin gimnasia ni recetas, siendo los amos de la estética.

Círculos viciosos creando anillos de autoconsumo letales, pues cuando hay detalles que no puede ocultar el maquillaje, entra a la conversación el bisturí que arreglará el problema con un descuento y sin examen. ¿Adicción? No. Porque es completamente sano el desarrollo dependiente de una figura fabricada en un quirófano donde inocencia y espíritu se han suicidado en masa, estrujando el corazón.

Heridos por críticas del ayer, ahora obtienen su bienvenida a un mundo de corazones plástico, botox e imitaciones de personalidades servidas con vino en un vulgar vaso. ¿Puedo finalmente enamorarme de mi misma, de mi molde y de mi complexión? Cuando antes verme al espejo era odiarme sin remedio ni pudor, pero ahora no puedo si quiera reconocer quien me devuelve el reflejo tras tantas modificaciones como una muñeca de reconstruida con piezas de otros juguetes perdiendo el rumbo de la situación.

Asustada de mi mirada en el horizonte, mi autoestima me llevó a cumplir un deseo que ahora aborrezco. Frustrada por haber cedido a un capricho del primer mundo vendiendo mi alma por la sonrisa de terceros. Escalando a la torre cuando los ángeles deciden volver. Porque entre narcisismo, besos y sueños fracturados por el maravilloso título de colores y estrellas al alcance de mis manos, ahora me convierto en un proyecto cancelado. Confirmado cuando el paramédico busca cuantificar mi pulso sin lograrlo y cubriendo mi cuerpo con un manto.

Because when the bright lights of the party begin to flicker and the bubbly colored drinks begin to affect my head, that's when I feel like floating in lost and forgotten space is the only time it doesn't weigh being me until dawn comes. And I might as well swim to the surface so I don't drown in thoughts that suggest terrible things to do.

Waking up by the sunlight, going through the window and going to study facing the desire to change my body was always bigger than me, bigger than my little satisfaction in continuing to breathe in a world without control. The years passed and I never got over that relentless fact inside me. Like a little ant walking in a park, where any insect or giant could step on me. Life had become one long, constant day, feeling inadequate, filling other people's glasses with inflated egos and glitzy costumes.

Longing for more confidence, filling my cup with gimmicks, capsules and cosmetics. Immersed in complexes and critiques of stereotypes without context. Beauty on this continent is not the same as on the next, yet the need to adapt to the size, color and weight of the box we must fit into was dragging me into a downward loop, just like that.

The closer I got to perfection, the more my essence faded within me. Magazines, name brands and gold standards. Lost among monsters, ideologies and religions, among whispering demons and eating disorders pushing me to the edge, among solitudes and the cold of a room with no one I knew capable of saving me from a world of false colors.

Teenagers playing at the tip of the iceberg, diversity being slammed against the wall between school corridors or in lonely streets. Here it is, misery touching insecure balloons with an edge, when lights go out in rooms where mirrors are covered, while tears spill on pillows, but if someone asks we smile pretending as if it's nothing.

Accepting ourselves as we are will never be an option as long as the mentality of a collectivity does not evolve with conviction. Big curves, small waists, full lips and symmetrical eyebrows, having the world at your feet has never been so easy for those with porcelain skin and perfect bodies without gymnastics or recipes, being the masters of aesthetics.

Vicious circles creating lethal self-consumption rings, because when there are details that makeup cannot hide, the scalpel enters the conversation that will fix the problem with a discount and without examination. Addiction? No. Because it is completely healthy the dependent development of a figure manufactured in an operating room where innocence and spirit have committed mass suicide, squeezing the heart.

Wounded by yesterday's criticisms, they now get their welcome to a world of plastic hearts, botox and imitation personalities served with wine in a vulgar glass. Can I finally fall in love with myself, my shape and my complexion? When before to see myself in the mirror was to hate myself without remedy or modesty, but now I can't even recognize who gives me back my reflection after so many modifications like a doll reconstructed with pieces of other toys, losing the direction of the situation.

Frightened of my gaze on the horizon, my self-esteem led me to fulfill a desire that I now abhor. Frustrated at having given in to a first world whim selling my soul for the smile of others. Climbing the tower when the angels decide to return. Because between narcissism, kisses and dreams fractured by the wonderful title of colors and stars at my fingertips, now I become a canceled project. Confirmed when the paramedic seeks to quantify my pulse without succeeding and covering my body with a cloak.