El reencuentro 💕💏👫

El reencuentro

Sonó la alarma y después de retozar en la cama, se dispuso a apagarla.

Mirando el lado derecho de su cama, la invadieron los recuerdos.

Se acomodó en su almohada, recostó sobre su cabeza y miro fijamente al techo. Era inevitable tener ese recuerdo una y otra vez, cada mañana, cada día, en cada momento y sobre todo en la mañana, al despertar, cuando miraba ese lado vacío. Ese día una lágrima salió sin avisar.

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Estaría unos cinco minutos allí, cuando el recordatorio del despertador le anunciaba que había perdido otros cinco minutos de su vida pensando en aquello que pudo ser.

María del pilar tenía 32 años, era abogada y vivía sola en su departamento de Ciudad de México. Trabajaba en el tribunal supremo, no llevaba casos particulares y su vida la había convertido en algo rutinario: levantarse, sus ejercicios, ir al trabajo, regresar, jamás llevar trabajo al hogar, leer algún artículo de interés, estudiar algo que le interesará, salir con sus amigos, disfrutar en familia, en fin, una vida donde los problemas y las preocupaciones estaban al mínimo.

A sus 32 años, ya había logrado algunas de las cosas que eran expectativas para los demás: estudiar, graduarse, tener su buen empleo que garantiza la jubilación, independencia económica, seguir estudiando por placer y gusto, en pocas palabras, una vida placentera y adaptada al gusto de su entorno.

Sin embargo, siempre venía la pregunta: ¿Cuando te casas? ¿Cuando vienen los hijos? ¿Cuando formas familia? Y las incomodidades que las personas prefieren obviar pero cuando ven a alguien solo, inmediatamente surgen ese tipo de conversaciones.

Para MaPi, cómo cariñosamente la llamaban sus amigos, estos aspectos de su vida no estaban realizados; y no se trata de que no los había pensando, porque como toda mujer en algún momento soñó con su vestido blanco, su príncipe azul y hasta el nombre de los cuatro niños combinados. Pero estos sueños fueron cambiando por libros, juzgados, defensas y las peleas de las personas que algún día se juraron amor eterno y hoy no se podían ver ni en sombras. Si alguien quería saber de amor, que fuera al tribunal para enterarse que no todo es el cuento de hadas que cuentan desde niñas.

Ya alistada para salir, al tomar sus llaves, observó el arreglo de flores marchitas, junto con la nota de felicitación por su ascenso y suspiró. Ese arreglo llevaba meses allí pasando su proceso de descomposición pero ella no lo había tirado a la basura. Salió del apartamento decidida que al regresar, cerraría ese ciclo de su vida, así como las flores se marchitaron, ella también había muerto y ahora necesitaba renacer.



María del Pilar había tenido varios amores. Ellas los clasificaba en juventud, universitarios y los que nunca debieron existir (de estos últimos, aún se arrepentía de darles entrada en su vida). Pero estaba Luis Aurelio, su amor maduro.

A Luis Aurelio lo conoció por medio de una amiga en común en una fiesta a la que asistió. En la celebración hablaron, bailaron, tomaron algunas bebidas, se intercambiaron números y allí ella pensó que había terminado todo.

Al otro día (esa llamada tan esperada del otro día), Luis la llamó. Le dijo muy honestamente que la había pasado muy bien y que quería verla nuevamente. Ella encantada aceptó y días después ya se escribían todos los días, a los meses conocieron a las familias, ya había planes de pasar a una relación seria, formal y duradera, es decir, todo marchaba a unir sus vidas para siempre.

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Luis era piloto, así que pasaba largo tiempo fuera de la ciudad, pero el contacto era diario. La tecnología jugaba a su favor, así que aprendieron a sostener comidas, fiestas, celebraciones via internet y aprovechar los momentos juntos para consolidar la relación.

Un día Luis Aurelio comenzó a cambiar. Ya un día entero hablando, solo se limitó a un mensaje. MaPi encendió las alarmas porque él no se comportaba así. Enfrentando la situación, María P. Le llamó, no obtuvo respuesta sino solo un mensaje donde le decía que lo sentía mucho pero la relación no podía continuar💔.

De ese episodio, ya habían pasado 8 meses. Los primeros días y semanas, fue un duelo eterno para MaPi; ella no podía entender lo que había pasado. Repetía en su pensamiento una y otra vez alguna palabra, algún gesto que hubiese pasado y ella no dio cuenta el cuál pudo haber alejado a Luis.

Es que nada había estado mal. Hasta la noche anterior se despidieron, se extrañaban, se comunicaban y ese fatídico día simplemente desapareció Sin dejar rastros.

María sin perder la cordura, cabeza y el poquito de sensatez que quedaba en su vida, no le quedó otro camino que seguir su vida. Pero sabía que ese ciclo estaba abierto. No había engaño, no había malos tratos, no había incertidumbre, entonces esa relación perfecta que tenía, le había bloqueado todo, porque necesitaba una razón para saber que había pasado entre ambos.

Por eso, María se refugió en su vida. Tomó más trabajo clases extras, más labores, para mantener su mente ocupada. Ella pensaba que con esto, el recuerdo iba a desaparecer, pero estaba muy equivocada. A cada rato, quería llamar, manda un mensaje, mostrar sus logros, preguntar qué tal el día pero sabía que eso no hacía bien.

Fueron pasando los meses y a pesar de tener ese sentimiento allí, ya sabía controlarlo. Tenía muchos recuerdos, pero seguía en su vida, no permitiendo que le perturbara ese recuerdo bueno o malo y además, incompleto.

Pero estaban los días como ese día, que era muy difícil sacarlo de su mente. Era uno de esos días donde amanecía inquieta, llorando, y todo absolutamente todo le recordaba a Luis Aurelio.

Aquel día, pasó por la cafetería y estaba sonando una canción que cantaban juntos:

" Tan enamorados que así, la noche dura un poco más..."

(Ricardo Montaner).

Esto no podía ser casualidad. Sentía que su corazón latía. Miró su ropa y vio que se había puesto una camisa que Luis le regaló. Sin pensarlo, pidió el café que hace tiempo no pedía porque le recordaba a Luis. Las flores, el mensaje de la mañana, el café, la canción —¿Que tipo de señales son estas?— Se preguntó. ¿Porque hoy extrañaba más que antes? No le dió importancia y siguió su camino al trabajo pero el corazón latía muy fuerte, sentía que no tenía concentración porque las señales eran muy fuertes.

Al llegar a la oficina, poca fue su habilidad para atender las demandas del día. La amiga por la cual se habían conocido la llamó y ella no contesto; su corazón volvió a acelerarse. Ese día, la invitaron los compañeros a almorzar en el sitio donde comía con Luis cada vez que iba por ella a su sitio de trabajo. No pudo negarse y el mesero obviamente le pregunto por él "todo le recordaba a Luis"

María del pilar, solo quería que terminara ese día e irse a casa lo más rápido posible.

Su deseo se hizo realidad y fue a casa. Cuando se abrió la puerta del ascensor allí está Luis Aurelio, vestido de piloto, mirando el reloj y con su otra mano, sosteniendo un ramo de flores.

María del pilar se quedó inmóvil, mirándolo fijamente sin decir una palabra. Ella no sabe cómo ni en qué momento, Luis la abrazó llorando y ella le correspondió. No hicieron falta palabras, el reencuentro había sucedido. Ya estaban allí el uno para el otro amándose como la primera vez.

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El cuento es de mi autoría.

Las imágenes tienen su fuente.

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