Cuando a la décima le adicionamos un toque de humor criollo, podemos lograr efectos impresionantes. Debo aclarar que la historia que envuelve a la cotorrita rara, es producto de la imaginación.
Una vecina quería
Comprar una cotorrita,
Y otra que era muy maldita
A su esposo le decía:
-Salga usted de cacería
Y tráigale un pichoncito,
No importa si no es bonito,
El encargado eres tú,
Aunque sea de sijú
Trae un animalito.
Entró en el tupido monte,
Solo un pájaro cantaba,
Y miró que se alejaba
El afinado sinsonte.
Ya cuando el horizonte
Iba cerrando cortinas,
Su sueño caía en ruinas
Muy triste y desconsolado:
Mucho se había alejado
Entre bejucos y espinas.
Mi
Cuando cantaron los gallos
Para acariciar la aurora,
Lo despertó su señora
Removiéndole los callos:
-hoy sí que no quiero fallos-,
Recomendó presurosa
Tráele cualquier cosa
Que tenga algún parecido,
Busca bien en cada nido
Aunque sea de tojosa.
Muy cansado y sudoroso
Subió a una mata de ocuje,
Casi cae en el empuje,
Pero se puso dichoso:
Un pichoncito gracioso
Sin emplumar todavía,
Provocó gran algarabía
En un sijú reclamante,
De su tan preciado infante
Pues mucho dolor sentía.
Se ganó con la vecina
Los reales relucientes,
Muy pronto enseñó sus dientes
A su esposa en la cocina.
En esa ronda mezquina
Que hizo tranquilamente;
Aunque quedaba pendiente
Que un pichón de sijú hablara,
Tendría que dar la cara
En un asunto candente.
Con el paso de los meses
La vecinita timada,
Hizo una fuerte llamada
Diciendo que solo a veces,
La sigue hasta en reveses,
Pero ni un sonido en duda
Hace la poco peluda.
El señor muy preocupado
Le dijo: - lo que ha pasado,
Que esa cotorrita es muda.
Las fotos fueron tomadas de Pixabay.com.