Ismael se encontraba jugando en el campo. Lo acompañaban sus padres y sus hermanos, quienes lo vigilaban muy de cerca, no vaya a ser que, en una de sus tremenduras terminara extraviándose, como la otra vez.
Mientras iba recogiendo yerba y piedras para hacer un fogón de mentiras, vio un objeto que le llamó la atención. Se acercó y dijo en voz alta "¡Oye!". Ante esta expresión sus hermanos se acercaron mientras él señalaba al suelo.
Había en la grama un palito de madera, en forma de bastón. Ismael lo tomó y se lo dio a su hermano. Este lo examinó y se lo devolvió. Ismael quería jugar con él. Su hermana le dijo que tuviera cuidado porque podría pegarle a alguien. Ismael se fue rápido adonde estaban sus padres. Los llamó y señalo el bastoncito que tenía.
A su papá le dio curiosidad. Dijo que tenía cara de buena persona, y se echó a reír. Ismael preguntó "¿buena persona? Oye, mira, el palito tiene cara de buena persona...¡ mami, mami, el palito tiene cara de buena persona! Y se fue diciéndole a todo el mundo lo que su padre le había dicho.
Mientras Ismael recorría todo el caserío repitiendo las palabras de su padre, este tomó la vara y le dibujó un par de ojos, una nariz y una boca sonriente, sin olvidar las cejas. Esperó a que Ismael hiciera su recorrido, pero como tardaba fue a buscarlo. Emocionado, Ismael corrió y le preguntó a su papá por la varita.
Este la tenía escondida en su espalda, y con tono de sorpresa se la devolvió. Ismael exclamó emocionado: "¡Mira! Tiene una carita y unos ojitos y una naricita. ¡Gracias papi!", y se fue corriendo. Sus padres le gritaron que no corriera porque podía caerse, pero Ismael no escuchó. Quería mostrarle su nuevo juguete a todos.
Al finalizar el día tuvieron que regresar a casa. Ismael llevaba a su nuevo amigo abrazado. Sin embargo, en un descuido se le cayó sin darse cuenta. Cuando llegaron al carro, notó que le faltaba algo. Le preguntó a todos que dónde estaba la varita sonriente, y lloró desconsolado al saber que ya no lo podría recuperar más.
Su mamá trató de tranquilizarlo, y luego de un buen rato, ella le dijo que no se preocupara porque la varita estaría bien y que seguro otra persona lo encontraría y entonces también sería feliz. Ismael se le quedó mirando con los ojos aguados, y su mamá le dijo que la varita sonriente haría feliz a cualquier niño que la encontrara. Así Ismael regresó tranquilo a casa, pensando en la posibilidad de la felicidad de las otras personas.
Esta es mi entrada al nuevo reto Hispaliterario. Espero que les guste y lo valoren. Invito a @yolmare y @jesuspsoto a unirse a este interesante reto.
Ismael's cane
Ismael was playing in the field. He was accompanied by his parents and siblings, who kept a close eye on him, in case, in one of his wild escapades, he ended up getting lost, like the other time.
While he was gathering grass and stones to make a fire of falsehoods, he saw an object that caught his attention. He approached it and said in a loud voice "Hey!". At this expression his brothers came closer while he pointed to the ground.
There in the grass was a wooden stick, shaped like a walking stick. Ishmael took it and gave it to his brother. His brother examined it and handed it back to him. Ishmael wanted to play with it. His sister told him to be careful because he might hit someone. Ismael hurried to his parents. He called out to them and pointed to the stick he had.
His father was curious. He said it looked like a good person, and he laughed. Ismael asked, "Good person? Hey, look, the stick looks like a good person...Mommy, Mommy, the stick looks like a good person! And off he went telling everyone what his father had said.
While Ismael went around the farm repeating his father's words, his father took the stick and drew a pair of eyes, a nose and a smiling mouth, not forgetting the eyebrows. He waited for Ismael to make his route, but as he was late, he went to look for him. Excited, Ismael ran and asked his dad for the wand.
He had it hidden behind his back, and with a tone of surprise he handed it back to him. Ismael exclaimed excitedly, "Look! It has a little face and eyes and a little nose, thank you daddy!" and he ran away. His parents yelled at him not to run because he might fall, but Ismael didn't listen. He wanted to show his new toy to everyone.
At the end of the day they had to go home. Ismael carried his new friend in his arms. However, in an oversight, he dropped it without realizing it. When they got to the car, he noticed that something was missing. He asked everyone where the smiling wand was, and cried disconsolately knowing that he could no longer get it back.
His mother tried to reassure him, and after a while, she told him not to worry because the wand would be fine and that someone else would surely find it and then he would be happy too. Ismael stared at her with watery eyes, and his mother told him that the smiling wand would make any child who found it happy. So Ismael went home calmly, thinking about the possibility of other people's happiness.
