Tranquilidad, paz y felicidad,
eran las palabras que caracterizaban a aquel niño,
sus ojos eran brillantes y le encantaba soñar,
jugaba sin preocuparse de nada.
Pero todo cambio, empezaron las responsabilidades,
su corazón se fue llenando de sentimientos,
estos causaron un colapso en su interior,
sin una decisión clara, continuo solo su camino.
A pesar de no conocer el camino,
siempre se fue por en la dirección correcta,
por muchas tentaciones que se cruzaron en su vida,
él nunca se desvió.
Por muy criticado que fue,
nunca hizo mal a nadie,
siempre había un ángel a su lado,
por muchas perdidas de seres queridos nunca cambio,
el niño continuo viviendo el sueño.
Un sueño que aún vive en la realidad,
un sueño que se ha vuelto eterno y sin un despertar,
a pesar de los problemas nunca ha desistido,
la constancia siempre ha sido su mayor fortaleza.
Aunque no sepamos cuál es el final,
sabemos que el niño continúa con vida y sigue creando su propia historia,
ya que la vida es una sola y se vive al máximo.
