"Una historia de bares: Lo común de cazar un jinetero y no tener orgasmos"

👉Comparto con uds una crónica de mi autoría publicada hace poco en Tremenda Nota. Es un texto totalmente ficcional y bastante picante. Espero que les guste❤️❤️❤️❤️

💄"Una historia de bares: Lo común de cazar un jinetero y no tener orgasmos"

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🖋️El texto está firmado por mi seudónimo: Lulú Kubrick

📷 Incluyo una foto mía en una noche de bares

👠"Una mujer sentada en una barra, con jazz de fondo, es la heroína de esta historia. Sabe, nada más llegar, que peligran su cuerpo y su alma.

«Qué mal me cae Pink Floyd», dice la cantinera, que parece sacada de una comuna hippie pija, mala copia de los años 60.

La cantinera tiene una cadencia Joplin mezclada con un poco de solar habanero. Es tan blanca, pálida diría, tan condicionada por un trabajo nocturno que parece un espécimen sensible al sol. Son hermosos sus tatuajes. No consigo detallarlos, pero escalan por sus manos y su cuello como si fueran jeroglíficos que hablan de sucesos ocurridos en este mismo bar.

En una esquina, justo debajo de la escalera, está él. No sabe que lo espío con curiosidad cronista. Debe pensar que me atrae su sandunga o el mito de que su fisonomía lo ha dotado de una herramienta respetable. Está obsesionado con eso.

La última noche que dormimos juntos me preguntó si no me daba morbo imaginar que todas las mujeres estaban locas por su pinga. Debo admitir que es un atributo destacable, pero no estoy aquí por eso. Es su historia lo que me atrae, o mejor, el conjunto de historias que roza y confluyen en él.

Lo conocí en esta misma barra. Unas banquetas a mi derecha estaba aquella noche. Ese día decidí experimentar un bar a solas por primera vez.

Para ir sola a un bar, debes pintarte los ojos de negro. No importa la ropa. Unos ojos enmarcados en negro que miran por encima de un trago, pueden conmover o camuflar. Pueden mirarlo todo desde el marco que se han dibujado. Esa noche delineé mis ojos con fuerza.

Me senté a su lado y pedí un mojito. Me pidió fuego. Lo miré por encima del trago y comencé a charlar con la cantinera. Le conté un par de dramas personales y políticos, sin abandonar la voz interesante. Mi coraza eran un par de ojos y dos o tres argumentos.

Esa noche no me propuse seducir a nadie en específico y tal vez me propuse seducir a todos los habitantes de aquel bar. No lo sé. En los bares una se cuestiona cómo luce su existencia, cómo es percibida por los demás, y esa imagen suele transfigurarse unos tragos después hasta que el alcohol se encarga de eliminarla por completo..."

👉Lee el texto completo en Tremenda Nota

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