El Noctámbulo (Capítulo 15: Aprehensión fallida)

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La novela contiene narración gráfica de asesinatos e imágenes fuertes, por lo que se recomienda discreción. Apto para mayores de edad.

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Con la esperanza de dar con Adelphos Zabat, Benedic y Wyatt habían interrogado a Bradley Walsh (el atacante de los padres de Wyatt) intuyendo que quizá él pudiese conocer al tipo. No obtuvieron resultados pues, el hombre dijo que cuando estuvo en la mansión de Nicolai, solo vio empleados domésticos e incluso también había advertido el aspecto enfermizo de estos, dijo también que Nicolai no se había comportado extraño, solo arrogante, como usualmente era.

No tuvieron dudas de que no mentía pues, estaba cooperando con la esperanza de que le bajaran su sentencia. En tal sentido, volvieron a la tienda de Monsieur François en la más absoluta discreción para averiguar si Nicolai Petrov había estado allí o si recordaban a ese tal Adelphos.

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—¿Nicolai Petrov? —preguntó Elissa, la dependienta a la que interpelaron los detectives. Wyatt se puso un dedo en los labios para hacerle entender que debía bajar la voz.

Benedict asintió.

—Él no ha pisado la tienda pero recuerdo que hace ya unas semanas, vino un joven apuesto que se le parecía mucho en los ojos, ¿recuerdas Elliana? —le preguntó Elissa a una joven que estaba a su lado—. No le vimos bien el rostro debido a que lo tenía medio oculto por una bufanda que le cubría la nariz y la boca (estaba acatarrado el pobre y ese día hacía mucho frío)

—¡Oh sí! Se le parecía bastante en los ojos —aseguró la muchacha.

—¿Qué tanto se le parecía? —preguntó Benedict mientras Wyatt iba tomando notas de lo importante.

—Bueno, casi me atrevería a jurar que tienen los mismos ojos, pero no me haga caso, tal vez solo fue impresión mía. Éste no era Ruso, al menos su acento no era el mismo de Nicolai Petrov —dijo Elissa mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie los oía.

—No es solo eso, nos asustaba, era algo… perturbador —intervino Elliana.

Wyatt y Benedict intercambiaron una mirada.

—¿A qué se refiere? —indagó Benedict.

—Parecía nervioso, se frotaba las manos constantemente y mientras buscábamos su compra, un frasco de «seducción», no dejaba de vernos... Literalmente seguía cada uno de nuestros movimientos y casi no parpadeaba. Intentaba entablar conversación con nosotras mientras yo me dedicaba a embalar el perfume y Elissa a actualizar el inventario, pero ese hombre era tan raro que lo hicimos pasar a la caja para que cancelara el producto y así se marchara lo más rápido posible...

—Lo curioso es que solo le atendimos porque nos mostró que tenía con que pagar, pues su atuendo no era precisamente el de un hidalgo, y dado que ésta es una tienda costosa, no creíamos que pudiera pagar una pieza como aquella —comentó Elissa.

Benedict y Wyatt volvieron a mirarse.

—¿Qué tipo de conversación quería entablar? —preguntó Fletcher.

—Dijo que había viajado por muchos lugares, que era un artista. Nos preguntó si saldríamos algún día con alguien como él. Nosotras lo evadíamos o ignorábamos pero entonces dijo que seguro nos gustaría salir con un vampiro y que él lo era. La expresión de sus ojos era tan rara como aterradora y fue la gota que derramó el vaso, entonces le indicamos que fuese a pagar. Él lo hizo y salió diciéndonos adiós con la mano, aún con esa rara expresión que tanto nos incomodaba —explicó Elissa.

Elliana se frotó los brazos en respuesta al repentino estremecimiento que experimentó ante el simple recuerdo.

—El padre de Elliana piensa que quizá ese hombre pueda ser El Noctámbulo.

—Hacen bien en sospechar, cualquiera puede ser el asesino —dijo Wyatt mientras hacía anotaciones en su libreta—. ¿Alguna otra cosa que recuerden?

Ambas negaron con la cabeza.

—Señores, sentimos no haber expresado antes nuestra sospecha, es que, teníamos miedo de hablar pero —dijo Elliana observando a su alrededor para comprobar una vez más, que solo los detectives y su amiga la escuchaban y después continuó en un tono de voz más bajo—: obviamente no tenemos pruebas de que El Noctámbulo y ese extraño cliente sean la misma persona, así que no sería prudente acusarlo, además... Monsieur François podría despedirnos por acusar deliberadamente a uno de sus clientes sin tener las pruebas necesarias.

Elissa se quedó pensativa por un rato y luego reaccionó de repente.

—Un día, el extraño cliente vino pero no entró a la tienda, se quedó varias horas parado al otro lado de la calle, mirándonos trabajar... entonces se lo comentamos a uno de nuestros compañeros, que es bastante discreto, y él decidió acompañarnos a casa de regreso a la hora de salida (somos vecinas), a raíz de ese día mi hermano tomó la resolución de hacer lo mismo hasta ahora —dijo Elissa.

—Tienes razón, era espeluznante. El tipo venía todos los días y se queda observándonos a lo lejos a través de la vidriera hasta que un día, sin más, dejó de venir.

Ambos detectives agradecieron la información y salieron con la cabeza a punto de estallar.

—¡No entiendo! ¡No entiendo! —se frustró Wyatt pasándose las manos por la cara.

—No te pongas histérico —dijo Benedict con la vista perdida en el suelo, pensando.

Wyatt hizo detener un coche.

—¡Ven, vamos a Trafalgar Square! Necesito aire fresco o me va a estallar el cerebro.

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Ambos fueron hasta la famosa plaza y terminaron sentados en una de las tantas banquetas.

—Vamos por partes —empezó Benedict—, ellas dijeron que este Adelphos, porque claramente se trataba de él, era muy parecido a Nicolai Petrov, pero que su ropa y actitud distaban mucho...

—También hablaron de que era «perturbador» que tenía una actitud errática, me recuerda a como dices que se comportó Petrov en tu intento de interrogatorio en su mansión —intervino Wyatt— ¿Se habrá disfrazado o algo así para hacer esa compra?

—Es una probabilidad pero, dado a que asociamos a El Noctámbulo con Grecia por lo de la leyenda de Caronte... es estúpido que empleara un nombre precisamente griego para su compra, es tan estúpido pensar eso... siendo él un tipo inteligente como es... No lo sé, es muy raro.

—Quizá era su forma de hacernos saber quién era sin que tuviésemos suficientes pruebas o al menos testimonios que lo hicieran un sospechoso en potencia y por lo tanto no pudiésemos aprehenderlo, se notaba que disfrutaba mucho el hecho de que lo supieras —comentó Wyatt.

—Si se disfraza y usa un nombre falso para hacer, por ejemplo, la compra del perfume, eso tiene sentido, pero que invirtiera tanto tiempo en asustar a un par de jovencitas, se me hace raro, con tantos compromisos que tiene ese hombre... ¿para qué invertir tanto tiempo en asustar a un par de chicas?

—No lo sé, esto cada vez se pone más raro... ¡Ben!

—¿Sí?

—Tengo un mal presentimiento con ese par de muchachas.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Benedict, mirando a su compañero.

—Creo que el hecho de que fuese a mirarlas, no era solo para asustarlas, pienso que las vigilaba, quizá para que, en caso de que fuésemos a indagar, no hablaran, y el hecho de que se haya ido así sin más... me da desconfianza, probablemente no tuviera más tiempo para espiarlas él mismo, quizá lo haga siempre a través de alguien más y probablemente las ataque ahora que acabamos de hablar con ellas. Con el dinero y recursos que tiene Nicolai Petrov, no me sorprendería que le hubiese pagado a alguien para mantenerlas vigiladas, y al no hacerlo él mismo, nos haría bajar la guardia.

—¿Entonces crees que las quiera atacar porque quizá su informante le cuente que las vio hablando con nosotros? —preguntó Benedict.

Wyatt asintió.

—Tengo un plan, pero necesitaremos volver para explicárselo a las chicas. Utilizaremos el viejo truco de mandar el recado con un infante, ninguno se niega por unos cuantos peniques.

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Volvieron sobre sus pasos y unas cuadras antes, interceptaron a un niño, ofreciéndole unas monedas a cambio de entregar un mensaje a Elissa dentro de la tienda de perfumes.

En el carruaje, ya Wyatt había escrito sus conjeturas (diciendo que creía que el «hombre raro» las seguía vigilando) y también detalló paso a paso su plan.

Benedict y Wyatt se quedaron dentro del carruaje y le dijeron al cochero que fuese hasta la calle de la perfumería y estacionara en frente.

Ellos llevaban las cortinas cerradas y cada uno vigilaba un lado de la calle.

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Pasaron horas en esa tediosa tarea, hasta que el crepúsculo cayó y los trabajadores del establecimiento empezaron a salir. Ahí estaba un joven que saludó a las muchachas y empezó a caminar con ellas.

—Llegó la hora —dijo Wyatt mientras salían del carruaje y le pagaban al cochero por todo el tiempo de espera.

Caminaron a una distancia considerable, siguiendo a los tres jóvenes.

A medida que caminaban, las calles se hacían más solitarias, el trayecto era largo y ya la noche brillaba en su esplendor, no había mujeres en las calles y al cabo de andar un poco más, no había nadie.

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De vez en cuando, se topaban a algún oficial que iba a pie.

De repente, y nadie sabía de donde, salió un hombre de capa y sombrero de copa alta, vestido totalmente de negro, emergió de un lado de la calle y le propinó un fuerte golpe al muchacho que iba con las jóvenes, haciéndolo caer al piso. Posteriormente, el extraño sacó una daga de su gabán.

—¡Alto en nombre de la ley! —gritó Benedict, quitándole el seguro al arma y apuntando al hombre que en segundos, ya tenía abrazada a una de las jóvenes, amenazándola con su daga.

—¡Niño Fletcher! Aún crees que me tienes —dijo con burla mientras retrocedía.

No había dudas, era la voz de Nicolai Petrov, pero sin acento ruso, igual que en su primer encuentro, solo que esta vez no hacia esfuerzo alguno en disimular el tono de su voz.

—No creo que estés en condiciones de exigir —respondió El Noctámbulo. Como siempre, el sombrero le ocultaba parte del rostro, pero aun así podía percibirse su macabra sonrisa.

—Tu hermano solo está desmayado, tranquila —le dijo Wyatt a Elissa, comprobando los signos vitales del joven y cargándolo para ponerlo a resguardo en la entrada de un callejón, de igual forma le pidió a Elissa que esperara allí, temiendo que alguna bala perdida los hiriera en caso de que El Noctámbulo también tuviera un arma de fuego, y se armara una balacera. Analizando la situación, él decidió quedarse con ellos.

—Estaba claro, no mato hombres —dijo El Noctámbulo restándole importancia al asunto mientras retrocedía más.

—¡Detective, por favor!... —sollozaba la cautiva, tomando la mano que la sujetaba del cabello.

—Descuida, querida, igual morirás porque ese par de mocosos creen que atraparme es juego de niños —dijo riendo de forma histérica conforme se aproximaba a la esquina de la calle y Benedict se acercaba lentamente también, aprovechando que al parecer el asesino tenía la atención puesta en su cautiva—. ¡Ni un paso más, Fletcher, o se muere! —lo amenazó al advertir que el detective se acercaba.

Desde la entrada del callejón, Wyatt vigilaba el camino a sus espaldas y también el de su izquierda, asomándose por el borde de la pared. Si Benedict intentaba mediar y atrapar al sujeto, él debía mantenerse custodiando a los dos civiles.

Fletcher se detuvo pensando qué hacer a continuación, intentando alejar su mente de las suplicas histéricas que profería la rehén para mantenerse tranquilo. Si disparaba podía herirla o fallar y hacer que el lunático la matara... ¿Cómo debía proceder entonces?

Wyatt respiró hondo y sacó su arma, le quitó el seguro y apuntó a la cabeza de El Noctámbulo. No era precisamente un francotirador, ni su arma una que se empleara para ese tipo de trabajos, pero tenía que intentarlo...

—No mueva ni un músculo, detective —dijo una voz a sus espaldas mientras sentía algo afilado en su garganta. Elissa dio un grito ahogado—, y baje lentamente el arma.

Sorprendido, Wyatt fue bajando su revólver y lo colocó en el piso.

—¡De pie! —ordenó la voz—, y tú, nena, no intentes nada estúpido, o morirán todos...

La situación era peliaguda, ahora él era un rehén más, y sinceramente no quería añadirle más presión a Benedict que ya tenía suficiente con la situación que estaba mediando en ese momento.

Había bajado la guardia entretanto se dedicaba a apuntar con su arma al asesino. Mientras lo hacía, debió solicitarle a Elissa que mantuviera vigilada la retaguardia. Tenía que hacer algo, si quizá él lograba armar una pelea ruidosa, eso distraería a El Noctámbulo lo suficiente como para darle tiempo a Benedict de rescatar a la chica, solo esperaba y rogaba al cielo que su compañero aprovechara ese momento.

Wyatt evaluó la postura de su adversario y en cosa de unos segundos, con movimientos que parecían de algún tipo de arte marcial, ya lo había desarmado, pateándolo tan fuerte que lo hizo trastabillar con violencia fuera del callejón, hacia la calle.

Benedict oyó un ruido sordo a sus espaldas, y el sombrero de copa de El Noctámbulo se levantó, haciéndole entender que éste miraba tras él, así que no desaprovechó la oportunidad y le disparó en el hombro. Éste se sujetó la herida y Elliana corrió hacia Benedict cuán rápido pudo y aunque él no consiguió sujetarla de nuevo, en su intento, el asesino logró hacerle un corte muy profundo en la clavícula, corte que parecía que él había querido hacer en su cuello.

El Noctámbulo corrió por la esquina y Benedict fue tras él.

—¡Elliana ven! —la llamó Elissa desde el callejón.

Wyatt seguía peleando contra su agresor, pero a éste le dio tiempo de sacar un arma de fuego y empezó a disparar contra Wyatt que se refugió junto con las chicas y el joven desmayado.

Se quitó el abrigo para ponérselo a Elliana en la herida y le dijo a Elissa que hiciera presión, mientras se asomaba cuando podía para disparar de vuelta.

Benedict, al oír los disparos decidió volver muy a su pesar, pues sabía que Wyatt estaba con tres civiles y era demasiado que proteger, además de sí mismo, así que volvió sobre sus pasos corriendo.

—¡Wyatt! —gritó al llegar a la esquina de la calle cuando cesaron las ráfagas.

—¡Estamos bien! —gritó el joven.

Oyeron unos pasos huir apresurados.

Benedict empezó a correr y al pasar junto a Wyatt, éste lo detuvo.

—Por ahora déjalo así, tenemos a una civil herida —dijo el muchacho tomándole el hombro.

En cosa de minutos, todos los policías que patrullaban las cercanías, estuvieron ahí desenfundando sus armas, claramente habían oído el tiroteo.

Ambos detectives explicaron la situación y los tres jóvenes (el otro aún inconsciente) fueron trasladados al hospital, agradeciendo una y otra vez a los detectives.

No pasó mucho para que el Jefe Lancaster llegara también a la escena, con más detectives de apoyo y dibujantes para procesar la escena, recogiendo los casquillos que habían quedado. Los policías peinaron la zona por dónde El Noctámbulo se había ido, pero el rastro de sangre se perdía en una calle.

—Es obvio que abordó un carruaje —dijo Benedic.

—Muchachos, les diré algo que seguro no va a agradarles —les comentó Lancaster—. Son órdenes de más arriba... me notificaron que si esa pesquisa en casa de Nicolai Petrov no arroja pruebas contundentes hacia él, el caso de El Noctámbulo quedará desestimado.

—¿Qué? —preguntaron ambos detectives a la vez.

—¡Maldición, Jefe! No puede estar hablando en serio —se quejó Wyatt.

—No es decisión mía, hijo —dijo el hombre, palmeándole la espalda de forma paternal. Pese a ser el más joven de su escuadrón, Wyatt era el mejor y por eso le había tomado cariño.

—¡Lo que faltaba! La seguridad de ese tipo es porque sabe que nos tiene —dijo Wyatt enfadado.

—Que aún no cante victoria ese mal nacido, yo no me he rendido y nunca lo voy a hacer, ¿tú sí, Wyatt? —le preguntó Benedict.

—No ha nacido la desgraciada que haya parido al infeliz que me haga quedar en ridículo —dijo el asiático por toda respuesta, haciendo sonreír a Lancaster y a Benedict.

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Bueno, gente, esto ha sido todo por el capítulo de hoy, espero que les haya gustado y ¡muchas gracias por el apoyo y el aprendizaje brindado!

¡Gracias por leer y comentar! (1).jpg

La imagen de portada y de despedida las diseñé en el editor Canva.

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