Los siglos no han pasado en vano para los molinos de agua. En este rincón de la Mancha, no era la fuerza del viento la que se usaba para moler el grano, sino la del agua; la fuerza del Guadiana. Eso queda ya muy lejos. Apenas quedan ruinas en el cauce alto. El Nuevo, la Máquina..., solo piedras. Griñón, los muros se levantan, apenas, y unas oquedades por donde hace décadas que no pasa el agua. Flor de Ribera, aguantando un poco mejor, si se puede decir eso. Solo Molimocho, Zuacorta y Puente Navarro resisten al paso del tiempo, rehabilitados, merced al todopoderoso turismo hispano.
Arte digital realizado a partir de fotografía propia.
Javier G. Alcaraván (@iaberius)