Cuando somos niños venimos al mundo, sin dentición. Luego, después de cierto tiempo, en la etapa que vamos creciendo salen los conocidos dientes de leche, así los llamamos.

Ellos comienzan a asomarse en los primeros meses de vida, tiempo en el que nuestros pequeños pasan por ciertas molestias, y nosotras, como madres, por supuesto lo sufrimos igual o peor.

La comunidad #motherhood, dirigida por la extraordinaria y emprendedora @victoriabsb, y moderada por la supermamá @elizabeths14, nos invitan a relatar cual y como fue nuestra experiencia como madres en ese trance en el que asomaron los primeros dientes de nuestros pequeños retoños.

Cuando se es madre, se sienten más los dolores y enfermedades y por supuesto, nos sumergimos muchas veces en un mar de angustia, sin saber qué hacer.

Soy madre de un solo hijo, mi príncipe Gabriel, él tuvo un comienzo de vida atípico pues, sufrió una enfermedad que casi lo lleva al borde de la muerte durante sus primeros meses de vida, aunque esa es historia de otra publicación.

El primer diente de Gabriel, comenzó a asomar aproximadamente a los cuatro o cinco meses de nacido. Recuerdo que eran los dientecitos de la encía inferior y por supuesto, trajeron consigo algunas molestias usuales en estos casos.

La cabecita se le ponía muy caliente, muchas veces llegué a pensar desesperada, que era que tenía fiebre cuando realmente, eran las molestias propias de esa pieza que trata de asomar por la encía empujándola y que los hace sentirse tan mal.

Obviamente, siempre acudimos a los medicamentos analgésicos, en este caso, el acetaminofén, pero en realidad, lo que le calmaba las molestias en la cabeza y la calentura, eran pañitos de agua con un chorro de ron blanco.

Ese consejo me lo dio mi madre, ellas saben más de esas cosas, y uno siendo madre primeriza y vieja como me tocó a mí jajaja (tuve a Gabriel a los 34 años), más aprehensiva me ponía y lo intentaba. Cuál fue mi mayor sorpresa cuando en realidad (y no me pregunten el por qué), el malestar en la cabecita se le calmaba y la calentura cedía.

Cuando sé es madre se pasa por muchas cosas, más aún, cuando en los inicios, se te presentan pruebas de salud en las que tienes que demostrar tu entereza.

Sin embargo, cada experiencia es un aprendizaje hermoso y una vivencia única. Para mí, es la mejor condición de la vida, con sus sinsabores, angustias pero también sus extraordinarias alegrías.