El camino de los Infras | Relato

“¿Penetrará el hombre algún día el misterio de las cosas ocultas? El velo se descorre ante él a medida que se purifica; pero para comprender ciertas cosas le son menester facultades que no posee aún.”
Allan Kardec

Photo by Elti Meshau on Unsplash

Como de costumbre, le pidió a su marido que no la molestaran por espacio de dos horas; se retiró a su habitación, aseguró la puerta y comenzó a hacer sus prácticas de desdoblamiento, pidiendo en esta ocasión visitar la cuarta dimensión; pero esta vez su viaje no fue lo que esperaba.

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Comenzó con sus ejercicios de respiración hasta alcanzar un estado de relajación profunda. Ya estando en estado de vigilia pasó a hacer sus peticiones y visualizaciones, no sin antes recitar silenciosamente su mantra y oración de protección. Pasado un rato –impreciso en el tiempo– comenzó a ver como desde sus pies comenzaba a salir otra ella, y aunque estaba algo nerviosa, sabía que había comenzado el viaje.

Cuando se está frente a frente con uno mismo, resulta confuso no poder saber quién mira a quien, y eso es uno de los factores que nos trae de vuelta a nuestra dimensión dual. Pero ella ya había experimentado esa situación y continuó avanzando sin permitir que su mente racional tomara el control.

Una vez que su otro yo terminó de salir de su cuerpo, se quedó viéndola con una mirada fría e inexpresiva; se dirigió hacia la puerta y la atravesó sin abrirla. Esperaba ver un túnel de luz o algo parecido, pero no fue así. Estaba en la más absoluta oscuridad, sintió un vacío y experimentó la nada. Apegada aún a su cuerpo físico, tanteó con las manos tratando de aferrarse a algo, pero fue en vano.

Repentinamente, sintió que dos seres la levantaron del suelo tomándola por las axilas y comenzaron a avanzar; sus pies flotaban en el aire. Un sendero recto sin final aparente se iluminó levemente mientras lo iban recorriendo, y a sus costados había seres informes sumergidos en un lodo putrefacto y ardiente como lava, los cuales extendían sus mugrientas manos tratando de atraparla. Podía sentir su odio y su desprecio, su sufrimiento y su dolor.

A intervalos, los guardianes que la llevaban disminuían el paso para que pudiera detallar los horrores dantescos que se iban presentando. Su espanto era tal que no podía soportar seguir allí y comenzó a desesperarse y a gritar enloquecida: “sáquenme de aquí, sáquenme de aquí”. Ignorando los gritos y el llanto de ella, los seres siguieron su ritmo hasta llegar al final del sendero. Allí la soltaron y desaparecieron.

Estaba aterrada y con miedo de mirar atrás. Tomó su dedo medio de la mano y lo haló mientras repetía: “Estoy en cuerpo físico o en astral”; y su dedo comenzó a estirarse como si fuera una goma de mascar. Gritó espantada, y entre llanto y alaridos regresó abruptamente a su cuerpo.

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Su esposo estaba parado junto a ella, nervioso y molesto a la vez, diciendo: “Vas a parar en loca, mujer… un día de estos no vas a regresar”.

Lentamente fue recuperando sus fuerzas y adaptándose a las limitaciones de esta dimensión; el temor se apoderó de ella y juró nunca más volver a recorrer el camino de los Infras.

--Texto de mi autoría E.Rivera--

veac190821

Hermandad Kyteler

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A pesar de lo tardío, me gustaría leer una historia paranormal de @junydoble.

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