Le devuelves la ignorancia a mi niño
y escudriño, entre pétalos y preguntas,
las blancas líneas del destino:
¿seré o no seré el aljibe de tu cariño?
Me senté a soñar contigo mientras mutilaba flores inocentes...
¿Vienes o no? ¡Habla conmigo!
Mi corola está repleta de almíbar:
copita de licor para tus sentidos de abeja.
¡Ven, y embriágate conmigo!
Me senté a soñar contigo y me comí un jardín de margaritas...
El numen de mar se llenó de mí
y yo me sumergí en mis sueños azules;
color de chubascos fríos y de bruma,
de risa oculta en tus labios atardecidos.
Me senté a soñar contigo y de flores me cubrí, cual tumba...
¡Tu nombre!… ¿dónde? ¿dónde?
¿Me lo comí? ¡Qué oruga…!
Así te olvidé, me comí tu historia;
así te borré de mi hora y te perdí, cordura.
Me senté a soñar contigo y desperté siendo una oruga...