Para muchos fue el Hombre más grande de todos los tiempos. Sus enseñanzas traspasan el tiempo y su influencia perdura. Se dice de él que era un hombre comprensivo, cariñoso, empático, y al mismo tiempo firme y decidido.
Lo que más llama la atención de este hombre es su trato hacia las mujeres. En una época donde ellas eran relegadas a los quehaceres del hogar, donde no podían expresarse en público, y mucho menos recibir una educación formal; en una época donde eran despreciadas por los rabinos, este hombre, Jesús de Nazaret, marcó la diferencia.
Así lo deja claro el registro de los evangelios. Hablaré de al menos dos episodios en los que Jesús trató con dignidad a las mujeres.
Recordemos que las mujeres no podían recibir una educación formal, no podían ir a las escuelas, y por lo tanto se veía mal que alguien les enseñará. Pues bien, en una ocasión, Jesús estaba en casa de su amigo Lázaro. Este tenía dos hermanas: Marta y María. En esa ocasión, Marta estaba preparando una comida y estaba afanada en la cocina, mientras su hermana, María, estaba sentada escuchando las enseñanzas de Jesús.
Al ver que su hermana no la ayudaba, le pidió a Jesús que le dijera a María que fuera a la cocina. «Marta, Marta, estás inquieta y preocupada por muchas cosas,pero son pocas las cosas que se necesitan, o apenas una. En cambio, María eligió la mejor parte y no se la quitarán», le dijo Jesús (Lucas 10: 38-42).
Está claro que Jesús fue diferente a los maestros de su época, porque trato a las mujeres con la dignidad que se merecían.
Otro ejemplo conmovedor es la ocasión en la que una mujer con flujo de sangre se mezcló entre la multitud y le tocó la prenda de vestir de Jesús. Al sentir que había salido poder de él, Jesús lo expresó. Sus apóstoles le dijeron que había mucha gente y que era inevitable que lo tocaran. Sin embargo, la mujer, con miedo y llorando, se lanzó a los pies de Jesús y le pidió perdón. Jesús, conmovido por todo lo que está mujer había sufrido, le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz» (Lucas 8: 43-48).
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Jesús le demostró bondad a esta mujer, fue empático con su situación y pudo percibir su sufrimiento. Según la ley, como tenía un flujo de sangre, era impura, y por lo tanto, no podía estar cerca de otras personas. Sin embargo, Jesús no la juzgó por su atrevimiento, sino que vio su fe y su determinación y la trato con dignidad, incluso llamándola "Hija".
Estos son tan solo dos ejemplos de cómo este hombre trató a las mujeres y las dignificó. La situación actual no es muy diferente a la época de Jesús. Vivimos en una sociedad que discrimina a las mujeres de diferentes formas. En lo personal, me esfuerzo mucho por seguir el ejemplo de Jesús, de tratar con cariño, empatía y dignidad, no solo a mi esposa, sino a todas las mujeres y personas en general.
Hay que reconocer que el machismo ha hecho mucho daño, incluso a los propios hombres, pero está claro que, así como Jesús no trato con superioridad a las mujeres, así también todos nosotros podemos romper esas barreras, y lograr tener una vida de familia feliz.
Esta es mi entrada al concurso de @soloescribe que va sobre La mujer y el hombre de la historia. La fuente de mis reflexiones la pueden encontrar en el siguiente enlace.