Nota de la autora: El presente relato forma parte del reto Cuéntame una historia, organizado por @freewritehouse . Agradezco a @sariana231 por haberme invitado a participar en esta dinámica y aprovecho para invitar a @juniorgomez y a @c1udadan0x , así como al público en general, a que se animen a entrar a la dinámica también al concurso, cuyas bases pueden leer aquí.
¡Que pasen un excelente fin de semana!
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El inspector Charles Vane repasó una y otra vez los apuntes de su libreta.
Las últimas semanas han sido particularmente caóticas para Scotland Yard. Cincuenta personas muertas en distintos puntos de la ciudad parecían estar conectadas por medio de tres elementos en común: una nota con caracteres chinos, un anillo de oro de 24 kilates, y una bolsa de maní azucarado. Este último elemento era el más llamativo, pues la cubierta dulce de maní tenía un ingrediente inusual: restos de semilla de cicuta.
La cicuta era una planta venenosa muy utilizada en la Antigua Grecia como una pócima para acelerar la muerte de algún enfermo o de algún reo. Una muerte muy famosa fue la de Sócrates, a quien la polis de Atenas condenó a suicidio. Suele encontrársele en los parques y en los terrenos baldíos, y sus efectos varían dependiendo de la cantidad que se halla consumido. La sintomatología observada incluye salivación excesiva, náuseas, vómitos, irritación faríngea y dolores intestinales, así como convulsiones violentas, parálisis muscular progresiva e insuficiencia renal, las cuales pueden llevar a la muerte si no se actúa con rapidez.
Muchos preferirían pensar que la persona que repartió las bolsas de maní endulzado no tenía idea de los efectos de la planta, pero había un detalle que obligaba a descartar aquella hipótesis: todas las víctimas trabajaban para el departamento de Logística de una empresa líder en tecnología. La única persona que logró sobrevivir resultó ser el secretario del jefe de dicho departamento, un tal Oscar Mille.
La policía ha interrogado a Mille muchas veces, ya que sospechaba que el hombre podría estar involucrado en aquél envenenamiento masivo. El joven sostuvo su versión sin ceder ni un ápice a la presión judicial; el inspector había visto una actitud semejante en los miembros del crimen organizado, quienes se las ingeniaban para elaborar coartadas realistas. Por lo consiguiente, era probable que Mille fuera el culpable; los anillos y las notas de caracteres chinos quizás eran solo una distracción para otorgarle a Mille la oportunidad de salirse con la suya.
Atraparlo en su mentira no sería fácil, pero Vane no tenía prisa. Tipos como Mille son proclives a confiarse demasiado, llevándolos a descuidarse, por lo que solo le quedaba observar y esperar ese momento.
