Misterios de familia
Se quedó mirando la carta, tal vez esta, a simple vista no le decía nada, pero aquella firma le devolvió al pasado y sintió sus manos temblar, movió sus piernas tratando de despertarlas y regresar a sus quehaceres, eso fue lo último que recordó.
Raúl y Dalia jugaban a los naipes mientras a su lado otro amigo preparaba los tragos, la sombra los sorprendió al interponerse entre los dos, él alzo la cabeza y vio aquella figura fría, le dedicó una sonrisa tonta.
—¿Es Ud. Raúl?
—¿Y quién pregunta?
—Solo vengo a traerle esto y le entregó un sobre, que Raúl agarró sin mucho preámbulo.
—Ábrelo mi amor, —le dijo Dalia.
—Parece una carta.
Fue a dar las gracias, pero aquella figura ya no estaba.
Cuando la gorda Gladys oyó el grito, supo que había llegado la hora, esperó un rato más y con la parsimonia que la caracterizaba se dirigió a la casa. Sabía muy bien todo lo que le había trasmitido a aquella niña, como había alimentado sus emociones, pero esa situación ya tenía las horas contadas.
Era una casa de campo bastante grande, construida en medio de una zona boscosa, su techo puntiagudo le daba una apariencia tétrica, sobre todo cuando la noche arropaba.
—El señor Cirilo parece que se encuentra mal, —dijo el hombre alto y de cara avejentada.
—¿Crees que ya es la hora?
—No lo sé, ¿lo va a ver?
—Sí, luego veremos.
El hombre alto se sentó y se quedó mirando la luz del sol que se iba escondiendo entre los árboles. Gladys apoyó su bastón con firmeza, metió sus manos en el bolsillo de su vestido y sacó una vieja fotografía, se la llevó a los labios para darle un beso, luego se dirigió al interior de la casa, un grito volvió a perderse en la tarde.
—¡Ven acá Federico! —Dijo el hombre que estaba acostado en un duro catre de cuero, se movía con dificultad, en su rostro se notaba días de dolor, a su lado tenía una mesita con ungüentos y pastillas, en la parte de abajo había una botella con agua y algunos residuos de alimentos.
—Federico, quiero que lleves las cartas, ellos deben venir, no puedo irme así, todavía oigo sus gritos, veo su rostro sudoroso y sangrante, su llanto es como un martillo golpeando, no cesan, esto no puede seguir, ¡llévalas, tú sabes dónde hallarlos!
Federico parecía mirar el vacío, no recordaba cuando fue que cruzó el umbral para convertirse en una sombra. Siempre le venía el recuerdo de aquel instante, cuando la señora le dijo que ya era la hora.
—Ya vienen saliendo, tienes que ayudarme Federico, creo que vienen dos, ayúdame, vamos al granero, para cuando él regrese ya todo estará listo.
—Si señora, voy por el agua.
—¡Eres un maldito Federico! ¡Traidor! debiste dejarla sola, que se consumiera en su porquería, ¿Dónde están? ¿Dónde? ¿Qué hiciste con ellos?
A pesar de ser un hombre alto y fornido, no levantó su mano contra Cirilo, se dejó golpear sin piedad, hasta quedar inconsciente, por eso no supo cómo terminó la noche y cuando preguntó por ella solo dijo:
—Decidió irse, —mientras sonreía.
Aquella sonrisa quedó grabada en su memoria, no pudo evitar que se le escaparan las lágrimas.
—Ya están aquí señor Cirilo. —Le dijo Federico.
—¿Están todos?
—No, Gladys me dijo que la niña Isabel está indispuesta.
—¡Claro! ¡Da igual, ella es parte de esta familia!
—¿Y qué les va a decir? ¿La verdad?
Una mirada de rabia acompañaba la pregunta, Cirilo iba a decir algo cuando entro Gladys trayendo una caja entre sus manos.
—¿Qué es eso Gladys?
—El testamento que dejó mi madre.
Cirilo sintió que se ahogaba, le sobrevino una tos que casi lo hizo vomitar, Gladys sonreía ante aquel cuadro, el desperdicio que quedaba de aquel hombre.
—Anda Federico, dile a Raúl que pase, —dijo Gladys.
—¡Eso no puede ser! No hay ningún testamento, ¡Eso es mentira! —dijo el hombre, presa de un ahogamiento.
Federico la encontró agonizante, había recibido tantos golpes, que no podía más con su vida,
—¿Los llevaste?
—Sí, pero por separado, Gladys se hizo cargo de la niña.
—Él no debe saberlo, ¿entendiste? Ahora búscame papel, debo escribir…
—Si señora.
Cuando Raúl entró y miró aquel cuadro, sabía que había una conexión con aquel señor, ahora entendía sus pesadillas cuando lo miro allí, tirado en ese catre y cuando miró los ojos de Gladys se vio a sí mismo.
—¿Te pasa algo Raúl? —le preguntó su compañera Dalia.
—Aquí comenzó todo mi amor y creo que aquí termina.
El terror de Cirilo estaba llegando al paroxismo y Gladys comenzó a leer aquel testamento donde se reclamaba una vida truncada, donde se entregaba todo y quizás aquellos hermanos alcanzaran la paz.
—¡Ahora! —dijo Gladys
Federico vio la mano lánguida de su señora cuando dejó caer el lápiz y sus ojos quedaron suspendidos en la quietud del universo, ahora tenía la fuerza que aquella noche le faltó y se dejó golpear sin piedad. Federico vio cuando Raúl se abrazó a Gladys, vio a los tres hermanos saliendo de la oscuridad.
Family Mysteries
He stared at the letter, maybe this one, at first glance did not tell him anything, but that signature brought him back to the past and he felt his hands tremble, he moved his legs trying to wake them up and return to his chores, that was the last thing he remembered.
Raul and Dalia were playing cards while next to them another friend was preparing drinks, the shadow surprised them when it came between them, he raised his head and saw that cold figure, he gave her a silly smile.
-Are you Raul?
-And who is asking?
-I just came to bring you this and handed him an envelope, which Raul took without much ado.
-Open it, my love," said Dalia.
-It looks like a letter.
He went to thank her, but the figure was gone.
When fat Gladys heard the scream, she knew that the time had come, she waited a little longer and with her characteristic parsimony, she went to the house. She knew very well all that she had transmitted to that girl, how she had fed her emotions, but that situation had its hours numbered.
It was a rather large country house, built in the middle of a wooded area, its pointed roof gave it a gloomy appearance, especially when night fell.
-Mr. Cyril seems to be unwell," said the tall man with an aged face.
-Do you think it's time?
-I don't know, are you going to see him?
-Yes, we'll see later.
The tall man sat down and stared at the sunlight that was hiding between the trees. Gladys leaned her cane firmly, put her hands in the pocket of her dress and took out an old photograph, put it to her lips to kiss him, then went inside the house, a shout was lost again in the afternoon.
-Come here Federico! -Said the man who was lying on a hard leather coat, he moved with difficulty, his face showed days of pain, next to him was a small table with ointments and pills, at the bottom there was a bottle with water and some food residues.
-Federico, I want you to take the letters, they must come, I can't leave like this, I can still hear their screams, I see their sweaty and bleeding faces, their cries are like a hammer hitting, they won't stop, this can't go on, take them, you know where to find them!
Federico seemed to look at the emptiness, he did not remember when he crossed the threshold to become a shadow. He always remembered that moment, when the lady told him it was time.
-They are coming out, you have to help me, Federico, I think there are two coming, help me, let's go to the barn, by the time he comes back everything will be ready.
-Yes ma'am, I'm going to get the water.
-You're a damned Federico! Traitor! You should have left her alone, let her waste away in her filth, where are they? Where? What did you do with them?
Despite being a tall and stout man, he did not raise his hand against Cirilo, he let himself be beaten mercilessly until he was unconscious, that's why he did not know how the night ended and when he asked for her he only said:
-He decided to leave, -while smiling.
That smile remained engraved in his memory, he could not prevent tears from escaping.
-They are already here, Mr. Cirilo. -Federico told him.
-Are they all here?
-No, Gladys told me that Isabel is indisposed.
-Of course! It doesn't matter, she's part of this family!
-And what is she going to tell them? The truth?
A look of anger accompanied the question, Cirilo was about to say something when Gladys came in carrying a box in her hands.
-What is that Gladys?
-The will my mother left.
Cirilo felt like he was choking, a cough came over him that almost made him vomit, Gladys smiled at that picture, the waste that remained of that man.
-Come on Federico, tell Raul to come in," said Gladys.
-That can't be! There is no will, that's a lie! -said the man, a victim of drowning.
Federico found her in agony, she had received so many blows that she could no longer cope with her life,
-Did you take them?
-Yes, but separately, Gladys took care of the girl.
-He mustn't know, do you understand? Now find me some paper, I have to write...
-Yes, ma'am.
When Raul entered and looked at that painting, he knew there was a connection with that man, now he understood his nightmares when he looked at him there, lying on that cot and when he looked into Gladys' eyes he saw himself.
-Is something wrong, Raul? -asked his partner Dalia.
-This is where it all began, my love, and I think this is where it ends.
Cirilo's terror was reaching paroxysm and Gladys began to read that testament where a truncated life was claimed, where everything was surrendered and perhaps those brothers would reach peace.
-Now! -said, Gladys
Federico saw the languid hand of his mistress when she dropped the pencil and her eyes were suspended in the stillness of the universe, now she had the strength that she lacked that night and let herself be beaten mercilessly. Federico saw when Raul embraced Gladys, he saw the three brothers coming out of the darkness.
La imagen de portada es un dibujo de mi autoría, es totalmente original y fue fotografiado con mi teléfono Xiaomi Redmi 8 y usé un filtro de Photoshop Express.
The cover image is a drawing of my authorship, it is totally original and was photographed with my Xiaomi Redmi 8 phone and I used a Photoshop Express filter.
Usé PhotoScape para editar las imágenes.//I used PhotoScape to edit the images.
Imágenes usadas en los separadores verticales//Images used in vertical separators
WomanPhoto by Wei Ding on Unsplash
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