Relato original: Huyendo hacia el oriente


Huyendo hacia el oriente

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En el año 1814, las fuerzas realistas al mando de José Tomas Boves, tenían azotada a las poblaciones de la región Norte de la provincia de Venezuela. Este hombre originario de Asturias había llegado al nuevo mundo como comerciante y no como soldado. Acontecimientos sucedidos luego de que el general Simón Bolívar, firmara el Decreto de guerra a muerte, habían inclinado su posición antes neutral, en contra de las fuerzas patrióticas.

Su feroz ataque, habían provocado el pánico y la huida de los pobladores de la ciudad de Caracas hacia el oriente del país. Las personas ante la cercanía del despiadado asturiano, habían dejado sus propiedades y cargaron con lo poco que pudieron llevar en carretas, a lomo de caballo o de mula o simplemente sobre la espalda.

La familia Delgado Piñero, se movilizaba con otros parientes y amigos atravesando las montañas y bosques de la región. Mariana de tan solo 15 años, caminaba con sus tres hermanos mayores que ella, a un lado de la carreta con sus pertenencias. Era una muchacha con un carácter muy jovial que gustaba de bromear y jugar con sus hermanos, que la consentían mucho. De contextura delgada y largos cabellos negros, como lo usaban las mujeres en esa época. Iba un poco fastidiada por el cansancio y por tener que vestir de la manera que se acostumbraba, con largas enaguas.

—Mama ha debido dejar que me pusiera pantalones. Que incomodo este vestido, ya toda la orilla está llena de barro—, dijo con la cara enfurruñada, a su hermano Manuel.
— No te quejes tanto hermanita y sigue caminando, igual solo es un poco de ba…— Manuel escucha un ruido y al darse vuelta, ve que su hermana se había caído en el barro.
— ¡Pues mira! Ya no es un poco de barro— dice Mariana furiosa mientras se levanta y trata de limpiarse.
— Olvida el vestido y date prisa—, dice Manuel entre risas, para luego ponerse serio .—Mira que Boves nos está pisando los talones.

Llegaron a un lugar cercano a la costa. Una laguna hermosa, llena de unas aves de patas largas y plumaje rosado, le hizo olvidar a Mariana por un momento, el peligro en que se encontraban. El olor del agua salobre y la brisa del mar, calmaron un poco su cansancio y pensó "hace tan solo unos días estaba en mi casa, en Caracas, conversando con mis amigas, asomada al balcón, viendo a las personas pasar, indiferente a la guerra”. ¿A dónde llegaremos?

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—¡Mariana ve a ayudar a tu madre!—el grito de su padre, la sacó de sus recuerdos.

Su madre estaba preparando la cena, ya oscurecía. Las personas vecinas se reunían alrededor de una fogata. Mariana vio a unos niños sentados, esperando para poder comer algo. Se veía en sus rostros el hambre, el cansancio y el sueño.

Sintió tristeza y el corazón se le encogió. Se acercó a su madre. —Madre —dijo Mariana—podemos darle de comer a esos niños, se ve que tienen hambre. —Esta bien Mariana, podemos compartir— le dijo su madre—Tráeme dos platos. Su madre lleno aquellos platos con suficiente comida. Mariana pensó, “Mi madre es una mujer bondadosa y fuerte" Se acercó a los niños y les entregó la comida. Que alegría vio reflejada en sus rostros.

—Muchas Gracias— le dijeron, casi al unísono y comenzaron a comer con mucho apetito. —Está muy sabroso—dijo el mayor de ellos.
—¿Son hermanitos?— les pregunto Mariana.
—Si, señorita—, volvió a responde el mayor.
—¿Y donde están sus padres?— les pregunto de nuevo.
—Mi padre esta luchando con el general Bolívar— dijo el niño con mucho orgullo y mi madre esta allá con aquellas personas.

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Se sentía tan bien de ayudar a otras personas, que Mariana comenzó a preguntar a otros niños si querían comer. Su hermano Joaquín, que la observaba, se sonrió y le dijo.

—Mariana, está bien que quieras ayudar, pero debo decirte que el camino que nos queda por recorrer es largo y no tenemos tantas provisiones. Al voltear, se dio cuenta que una fila de 10 niños, esperaban por Mariana.
—Bueno...ni modo. Será como tú quieras. Pero ya sabes la próxima vez, pregúntale primero a nuestra madre.

Mientras descansaban escuchaban las conversaciones de los viajeros que llegaban a caballo. Algunas eran escalofriantes. Las tropas de Boves, se acercaban y a los rezagados los pasaban por las armas. También decían que el ejército Libertador al mando de Simón Bolívar, no podía hacerles frente. No quedaba otra alternativa, que seguir huyendo.

A la mañana siguiente retornaron al camino, esta vez caminaban bordeando la costa, a las personas enfermas y de avanzada edad, les costaba mucho continuar y aquellos que no tenían ayuda se fueron rezagando. Muchos optaron por quedarse y esconderse. Mariana y su familia hacían lo posible por ayudar, pero esta situación era muy fuerte y ellos decidieron continuar.

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A los 20 días de camino, ya sus fuerzas flaqueaban, casi no le quedaban alimentos y no había personas que pudieran ayudarles en los pequeños caseríos que encontraban, el miedo los mantenía escondidos y las tropas de Boves cada vez estaban más cerca.

El padre y los hermanos de Mariana, decidieron acercarse a los barcos que estaban anclados en el Puerto, su madre y ella quedaron escondidas esperando una señal que les indicara que no había peligro.

De repente, escuchan unos gritos !Ya vienen¡ escóndanse, ya viene Boves!

Mariana y su madre corrieron hacia los barcos, desesperadas. Su padre y su hermano Julio, ya venían en su ayuda. —!Apúrense¡— grita su padre—hay un barco que va a zarpar— Apenas les dio tiempo para abordarlo y dejar atrás el horror de aquella huida.

Mariana sintió un gran alivio, pero al mismo tiempo una fortaleza que nunca había experimentado. Su familia permanecía unida y agradeció a Dios por eso. En ese momento, tuvo la certeza de que el camino hasta alcanzar la libertad no sería fácil, pero ahora, ella estaba dispuesta a luchar.


Muchas gracias

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Utilice imágenes de pixabay y las edite en el programa Canva. Los separadores los realicé en Power point.

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