Promesa ajena - Mi participación en "Cuentame una historia"

Elizabeth tenía 15 años y el cabello superlargo, tan largo que siempre necesitaba ayuda para lavarlo y no le duraban mucho las botellas de champú. No se lo habían cortado nunca desde que nació, al parecer por una extraña promesa que hizo su mamá el día de su nacimiento, pero la verdad es que ella (y todos en casa) ignoraban en que consistía la promesa porque su mamá se negaba a decirlo. Era viernes y su hermana no pudo ayudarla a lavarse el cabello porque se fue con su novio a ver un raro fenómeno que llevaban días anunciando en las redes, una lluvia de estrellas. Estaba muy molesta porque no la invitaron a ir con ellos, debía de ser algo muy bonito.

Después de pensárselo mucho, decidió pedirle ayuda a su mamá; siempre lo hacía su hermana porque lo hacía con suavidad y tenía cierta habilidad para ello, pero a falta de su hermana tendría que pedirle ayuda a su mamá. Esa noche su mamá tenía guardia en el trabajo (era enfermera), eso la enfureció un poco más (aunque eso no tuviera sentido); tendría que hacerlo ella sola o esperar al día siguiente y como estaba empeñada en hacerlo aquel día, incluso aunque ya era tarde, se puso a tratar de lavarse el cabello ella sola. Hacerlo fue un trabajo arduo. Para que se hagan una idea, su melena llegaba hasta el suelo y era muy abundante, además ondulada. El cabello mojado ganaba bastante peso complicando la hazaña, pero al final logró hacerlo, quedando muy agotada, y aún le esperaba la parte más complicada: desenredarlo.

Después de algo más de dos horas se sentía frustrada y llorosa, odiaba esa melena que no llevaba por decisión propia y que no sabía ni siquiera cuál era la promesa que estaba pagando por su madre. En medio de lágrimas y furia se hizo de mala gana una larga trenza, así con el cabello enredado y mojado; como no consiguió con que sostener la punta de la misma, se las arregló con un sujetapapeles. Se miró en el espejo del baño, tenía la cara roja e hinchada por el llanto, pero en los ojos brillaba la determinación y la furia.

Buscó por toda la casa unas tijeras, estaba decidida a acabar con aquella tortura, a deshacerse de la melena que su madre había decidido que llevaría y que nunca le explicó la razón; cuando volvieran su madre y su hermana ya no podrían hacer nada, ya no habría vuelta de hoja y ella sería libre. Cuando por fin encontró las tijeras, tomó la trenza con una mano y llevo la tijera, la base de la misma, "cuanto más corto mejor", pensó, pero apenas empezó a cerrarlas sobre el cabello, la sobresaltó una explosión que estremeció la casa entera, un estruendo que literalmente hizo temblar la casa haciendo que se cayeran algunas cosas al suelo; ella misma perdió el equilibrio cayendo sentada. El corazón le latía desbocado y las manos le temblaban. No supo si habían pasado segundos o minutos cuando su papá la levantó del suelo y le preguntó como se encontraba (sí, todo este tiempo su papá estaba en la casa, pero no se le pasó por la cabeza pedirle ayuda), juntos salieron al jardín donde ya se arremolinaban los vecinos y curiosos, un meteorito había caído justo en medio del jardín aplastando su bicicleta.

Esta es mi participación para "Cuentame una historia" de esta semana. Les dejo el link a la convocatoria e invito a @gerneth96 y @nancybriti1 a que cuenten una historia también.

Imágenes de mi autoría, tomadas con teléfono Redmi 9a y editadas en Snapseed

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
11 Comments
Ecency