Te extrañaba [Relato]

image.png
Link

Te extrañaba

Me escapé de mi esposa, de mi suegra, de los vecinos malhumarados, de las mascotas que pretendemos sean nuestros hijos. En verdad no me fijé cómo salí de casa: despeinado, con corbata o descalzo. Todo lo que puedo recordar del principio es que corrí hacia un taxi como preso que escapa de alguna cárcel.



Fue luego, creo, que le reclamé al taxista por qué su auto no era como el de Meteoro; por qué su auto no se alzaba sobre sus ruedas para pasar por encima de los otros autos y así salir del embotellamiento. La espera me tuvo loco, hasta que salí del taxi y empecé a correr entre los pequeños espacios entre los autos. Juro que en un momento creí pasar por el lado del auto de mi jefe y oír a éste insultándome por mi ausencia en el trabajo. Sólo recuerdo con seguridad haber gritado: ¡me volví freelancer!

Luego de tanto ruido, el silencio me rodeó, o así lo sentí. Fue una sensación tan extraña para mí, que hasta me dio miedo. Acaso me acordaba de cómo era estar en un lugar sin caos.

Más adelante, unos niños me vieron por el camino en el que andaba. Yo sin saber exactamente adónde iba ni quiénes eran ellos, me empezaron a lanzar piedras. Probablemente sí debí tener pinta de vagabundo. Como pude las esquivé y hui sin percatarme en absoluto hacia dónde buscaba esconderme de semejantes bandidos.

No estoy muy seguro, pero creó paré en un bosque. Todo era ramas, hojas caídas y un viento intenso que me echaba al suelo. Creo que me caí más de lo que puedo recordar. Es más, pienso que hasta rodé por alguna parte del bosque. Lo que más impacto tuvo en mí en ese lugar fue un búho. En un momento miraba al cielo y me salió esta avesota mirándome con unos ojotes. Dije «no, Mónica, no», creyendo era mi mujer que me miraba feo de nuevo por un tal «Julio mecánico» en los contactos.

Del susto casi se me sale el corazón por la boca. Por supuesto, salí corriendo y no paraba de gritar: «suéltame, loca. Suéltame, te digo». Si para ese momento tenía ropa puesta, creo que me la quité para sentir que en verdad me la sacudía a ella de encima.

Después de tanto andar con desesperación, dolor y peso en los pies, comencé a sentirlos livianos, muy suaves. Fue mágico. No sabía qué pasaba, pero cuando miré mis pies, resultó que caminaba en la arena. Al levantar la vista, observé el más bello atardecer. El Sol doraba el agua de una playa mientras el cielo se sonrojaba al contemplar la bandada de gaviotas risueñas que yo también admiraba. Semejante presentación me encantó e hizo que me zambullera en el agua, como quien se zambulle en su libertad.

Y heme aquí, ahora, flotando desnudo en un playa de Dominicana, agradecido por tener un tiempo para mí. Este año ha sido muy difícil y no hallo mayor alivio ni regalo que por fin ser libre.

rteteteg.png

¡Gracias por leer!

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
4 Comments
Ecency