La actitud de una persona puede medirse por su forma de responder ante una situación inesperada. Podemos mostrar nuestra mejor cara para hacer creer a los demás que somos corderos de Dios. Pero, las cosas se revierten cuando nos dejamos llevar por esa actitud verdadera pero oculta tras una máscara. A la actitud podemos sumarle las ínfulas. Muchas personas se engrandecen queriendo ser más que lo demás. La verdadera esencia no es creerse superior. Estar con la gente resulta más simple que desear estar por encima de ella...
Al final de todo, las ínfulas hacen las cargas más pesadas. Cuando pretendemos ser vanidoso las ínfulas se sobrecargan y la aparente humildad se desproporciona.