Mis reflexiones antes de dormir: El valor de nuestra vida

Persistir es una herramienta poderosa, nunca se sabe cuando se abrirá esa puerta que nos conduce a lo que soñamos, si nos rendimos, puede ser que quedemos a un toc-toc de alcanzar eso que queremos, pero si lo intentamos cada día, con fe, eso no pasará; es mejor agotarse luchando, que aún teniendo fuerzas dejar de intentarlo.

Cuando converso con mis hijos les digo que la ciencia de la vida está en no rendirse cuando las cosas se ponen difíciles, lo fácil cualquiera lo logra, pero lo que cuesta más, es un premio sólo para quienes demuestren merecerlo. No importa si hay quienes parecen tener todo sin esfuerzo, nunca se sabe lo que hay detrás de cada historia, nunca se sabe lo que guarda un corazón y cuál será su final. Si obtenemos algo sin mérito, probablemente no durará, así como dicen que si alguien gana la lotería sin haber administrado bien su propio dinero, rápidamente lo perderá y si alguien que por su mérito logró hacer una fortuna y por algún evento la pierde, de nuevo la tendrá.

A veces me pasa que quiero sólo quedarme quieta y dejar de intentar algunas cosas, pero la conciencia de que eso no me llevará a ninguna parte hace que rápidamente olvide la idea ¿Qué ganaría con eso? Esa respuesta no me deja rendirme, además importa el amor, tanto propio como por los demás.

Hace poco vi una serie coreana en a que uno de los personajes principales quería obtener un objeto mágico, pero a cambio tenía que dar algo de valor y cuando el "adivino" que tenía en posesión lo que él quería, le dijo que tenía que entregar algo de valor a cambio, cuando lo examinó, resulta que su propia vida no valía nada pues a él no le importaba morir y creía no amar a nadie, pues se había peleado terriblemente con su única familia, su medio hermano; pero a pesar de eso, el adivino le dijo que lo único que era valioso para él era justamente ese hermano y entonces él lo entregó al adivino a cambio del objeto, sin poderse creer que todavía lo amara y le importara.

Acontecieron muchísimas cosas y tiempo después, ese mismo hombre ruega al adivino que salve la vida de su hermano, a cambio de la suya y el adivino le dice que su vida no tiene valor porque ni él mismo la quería, pero luego lo observa mejor y se da cuenta que algo ha cambiado en él, curioso lo examina y le dice: ahora sí te importa tu vida, ya veo... tienes familia.

Resulta que a lo largo del drama él había adoptado una familia, personas que estaban bajo su cuidado y de los que recibía cariño, había cambiado tanto sin notarlo, que incluso al principio quería matar a su hermano y ahora estaba dando su vida por salvarlo. El trato fue hecho, una vida por otra.

El punto es que nuestra vida tiene el valor que nosotros le demos y si no se lo damos nosotros, no podemos pretender que otro lo haga. Para poder tener algo que ofrecer debemos estar llenos por dentro, de lo contrario somos sólo un cascarón vacío y si realmente queremos a alguien no le daríamos algo así, por eso el amor propio