Pródigo

Pródigo

Cómo se le podría llamar a una persona que estando en la cumbre de su conocimiento decide abandonarlo todo.

En la mayor lucidez de sus años de vida, etapa donde siente haber vencido cada uno de sus miedos y saborea, por vez primera, la exquisita libertad de pensar.

¿Es acaso un principio nómada?, la necesidad de cambiar de lugar para reinventarse y surgir.
¿Es acaso el vagabundo?, un ser despojo que ha perdido su rumbo.

En un intento por alejarse de la doctrina y los tumores de la sociedad, se aleja, perdiéndose en su secreto...


¡El hijo pródigo!. Quién reconocido por abandonar su hogar y marcharse por largo tiempo. Luego decide volver a casa y al ser acogido nuevamente por sus seres queridos todos se hacen una idea del hombre desalineado, con hambre, con las ropas desgastadas y una falsa conciencia. Le toman por fracasado y con opción a brindarle una segunda oportunidad, se reúnen entorno, aturdiéndole con sermones y consejos desaprobatorios de su aventura.

Así, a la mañana del día próximo. Cuando inesperadamente, para otros, que le hacían dormido, simplemente, él no está. No le vuelven a ver nunca más...

Analogía:


"Muchos con sus ojos puestos en el venerable Sakyamuni, dotado de su amplio concepto de la vida y el porqué de las cosas, olvidaron por completo a Govinda. Quién con una idea más conservadora y recta, logró vivir aún más años que el “Sublime”. En un principio bajo la falda del maestro, pero luego continuó solo. Tanto como para contar su propia versión de cuando en un largo camino del bosque indio y su espesura, se vuelve a encontrar con él, y después de concertar una breve charla, lo vio seguir hasta perderse en el nunca jamás. Según cuenta la leyenda, aquél hombre logró vencer el sufrimiento..."


Si bien, el anterior discípulo del honorable buda, Govinda, abandonó su senda para ir tras un grupo de peregrinaje, éste por su parte, no optó por sumergirse en los placeres de la vida ocasionados por el descontrolado deseo producto de los sentidos. Lo cual, está demostrado que irremediablemente, conduce a la lujuria y los excesos. A pesar de que Govinda aceptó, muy en el fondo, haber perdido su sino al sumergirse en el adoctrinamiento. Igual, nunca pudo conocer cuál fue su propósito en la vida, ese plan para el cual fue predestinado.


La breve reseña, anteriormente expuesta, hecha subjetivamente por mí, a partir de la novela "Siddhartha" de Germann Hesse. Trae a mí, la retrospectiva, de cuando conocí a una serie de personajes claves. Con los cuales teniendo objetivos y aficiones en común, convertimos el pasar de los días en una escuela de arte. Una práctica continua de hábitos y derroche de talento que prometía conducirnos hacia alguna parte. Alguna forma de destino implícito, que nos hacía perseverar y ahondar cada vez más en la materia.

Vamos obteniendo herramientas diversas para el desempeño de roles. Algunos nos asociamos con la ciencia y la preparación académica. También con el arte, los oficios, el deporte, la naturaleza. Algún tipo de actividad que procure incrementar nuestras aptitudes y hacernos útiles. Por lo regular, el fin perseguido, es el de integrarnos a la sociedad como individuos productivos. Para ésto hago la salvedad, de que proporcionalmente al conocimiento adquirido, así mismo, habría de ser nuestro crecimiento personal y porque no, el crecimiento espiritual.

Para llegar donde estoy, tuve que vivir en varias ciudades, estudiar, trabajar, prepararme cada vez más. Tuve que sacrificar mucho de mí, además de tiempo y dinero. Tenía toda fe en el cimiento del cual me soportaba, me guiaba aquel precepto de mi juventud:

"Prometía conducirme hacia alguna parte. Alguna forma de destino implícito, que me hacía perseverar y ahondar cada vez más en la materia...."


¡Así abandoné mi hogar!, por varios años. Estuve tan ocupado y tan inmerso en mis responsabilidades, que ya nadie supo más de mí. Trabajando en el campo industrial, apartado de la civilización. Fuera de cualquier jurisdicción urbana o población donde, tan siquiera, hubiera cobertura, para por lo menos, dar alguna señal de vida a través de una llamada telefónica.

Fue la base de mis primeros seis años de experiencia laboral, en la construcción de una plataforma de servicios petroleros.

¡Pero, no solo fue eso!. También seguí mis estudios de música y de escritura. Dedicado a amplias sesiones de arte durante mi tiempo libre.

Haciendo solfeos de guitarra clásica a primeras horas de la mañana, antes de la salida del sol. Practicaba yo mis lecciones...

Descubrí que amparado en el silencio y en la tranquilidad del ambiente, mientras todos los demás aun dormían. Sonidos flotan en el aire con tal sutileza que me permitían aprovechar todo el potencial de mi guitarra. Escuchaba nítido, el prolongado sonido del bordón definiendo una "Redonda", el pulsar de las cuerdas se hizo más preciso, así, la afinación y el desarrollo de mi oído musical.

Teniendo que vivir en una montaña de la serranía "Cerro negro", en el estado Monagas, Venezuela. Mucho fue lo que aproveché del ambiente.

Entre la humedad, la neblina, la efervescencia de la naturaleza, el silencio, incluso, la oscuridad...

Todo representó para mí la mayor aglutinación de materia prima, tanto que aun hasta el día de hoy, me continúan sirviendo de fuente inspiracional. Tuve la oportunidad de leer muchos libros y sacar experiencia, desarrollar mi pasión por las letras. Aun guardo varias de mis primeras escrituras que, fechadas para aquel tiempo, las conservo como cual reliquia del inicio de mi carrera como escritor.


Entretanto transcurría la vida y el hijo pródigo sumido en su aventura. Fueron muchas las horas de sincronía con el alma y muy pocos los motivos para perder la fe. Más el tiempo para creer en ti mismo y en tu verdadero poder, que la intención de desviar la atención hacia cosas improductivas. Así, convertí aquello en mi religión, en mi fundamento de vida. La base que vendría a definir lo que sería en los años venideros.

Como una razón sujeta al destino, luego de tantos años, volví a mi casa. De principio acostumbrado a mi vida de ermitaño y a mi afición por el arte, se me hizo difícil, por demás extraño, tener que acoplarme de nuevo al nicho familiar. No hallaba mi centro ni siquiera en la casa que me vio nacer. Y se inquietaron mis pies, se inquietaron irremediablemente mis manos.

Mi mente queriendo, otra vez, alcanzar su vuelo. Ni siquiera dio tiempo a deshacer equipajes, ni siquiera pude pasar muchos días sin mi amada soledad.


"Y nuevamente la carretera se convirtió en mi novia. Al despertar, ya no me hallaron. Simplemente, el hijo pródigo sin decir nada, se volvió a ir..."



FIN






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