Pronuncia Miento

Supuse, erróneamente, que iba a hacer, o a decir, algo que impidiera mi exilio de su vida, sobre todo cuando le dije que me marchaba... No fue así.

Juro que en aquella propuesta estaba encriptada mi esperanza a que dijera, con su voz, o con sus gestos, cualquier cosa que redimiera mi dignidad. Muy en el fondo, añoraba a que me diera rienda para una negociación donde cada parte daría a conocer su pronunciamiento.

Aquel ánimo de proximidad no llegó, en cambio, fue la oportunidad más optima para que me largara y siguiera el curso hacia mi tranquilidad. Supongo que esa persona remedaba aquella búsqueda de paz al decidir su abogo por el silencio cuando el acto demandaba palabras, así solo fuera demagogia.

Al menos, fue valiente, creo, para callarse lo que no debía posponerse, porque el tiempo, dependiendo de la distancia, cura o también hiere.

Mala estrategia la mía de intentar poner fin a lo que éramos con una señal de socorro. La medida fue desesperada, lo sé, mas en mis adentros sabía que el reloj, con cada segundo, nos daba nuevos centímetros de desafecto.

Lo hice porque nada era como debía ser, porque no luchaba por saber si yo tenía la razón o si estaba equivocado. Me motivó no ser el flanco que, histriónicamente, disimulaba que estaba entero, sin ese pedazo de reciprocidad, sin es cúmulo que te falta cuando en tu mente dejas de valorar lo obvio, aquello que está ahí y que dejó de ser un premio para volverse algo anticuado, un trofeo lleno de polvo y no de un polvo que valiera las ganas.

Me retiré, y claro que me dolió ver que su respuesta fue nada más inmutarse, no pude asimilar ninguna razón por la que decidiera no haber hecho nada, pero eso se debía a que ya no nos veíamos con la misma intensidad y yo demandaba lo que yo, por mi parte, sí hubiese hecho estando en sus zapatos.

Así, nada más, me pronuncia miento y yo sí me di cuenta que era una falacia cada culpa, cada excusa, cada silencio cometido con conciencia de que las palabras podrían herirnos. Escapamos a tiempo, en algún momento lo entendimos, pero no ese día.

Al final, salimos lastimados de igual forma, uno más que el otro, sin saber cuál es cual y sin que importara que la vida trataba de resarcirnos con lo obvio de lo que nos pasaba.

No solo me fui yo; aquella alma partió dejando su cuerpo solo como un recuerdo que aún hoy gravita en mi mente cuando la incomprensión tiene curiosidad de saber si pudimos dar más, uno por el otro.

Fotos de mi Autoría
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Nikon D5200 | 35 mm
Modelo: Harderick Rashell
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